La Selección de Fútbol de México se impuso a Estados Unidos, 1 gol por 0, en la final de la Copa Oro, para volver a ceñirse el título del área.
El juego inició con gran vértigo por parte de Estados Unidos, que trató de sofocar a los mexicanos en su zona baja, para buscar una anotación rápida, en lo cual no tuvo resultados.
Primero fue Pulisic, quien obligó a Ochoa a un gran achique para evitar que cayera su marco, y luego fue Altidore quien quedó solo de cara al marco después de dejar tendido a Moreno, pero tocó apenas fuera, al lado del poste izquierdo del marco de Ochoa.
Después de esto, México comenzó a nivelar las acciones. Los dos equipos, entonces, se insinuaron con mucha velocidad, a veces saltando líneas, pero casi siempre buscando una salida limpia desde atrás.
Y todo ello en un escenario que parecía estar en algún lugar de México, en lugar de Chicago, Estados Unidos, por la cantidad de aficionados de cada equipo presentes en las gradas.
Por cierto, con un arbitraje excesivamente permisivo por parte del guatemalteco Mario Escobar, que entendió su trabajo como el de un mediador, y no como el encargado de vigilar el acatamiento del reglamento.
Así terminó un primer tiempo en el que los estadounidenses no se encontraron en el último cuarto de cancha.
Segundo tiempo:
Ya en el complemento, un cabezazo de Jordan Morris, que Ochoa ni alcanzó a ver, fue rechazado sobre la línea por Guardado para evitar la apertura en el marcador.
Después de esa acción, México tomó el control del juego, con jugadas de penetración de Antuna, por la izquierda, y de Pizarro, por la derecha, y las llegadas desde atrás de Dos Santos y Guardado, por el centro.
Esa presión llevó a que cortaran la salida del cuadro de las barras y las estrellas en cuatro ocasiones seguidas, aunque no pudieron generar alternativas de gol, porque no conectaban con Raúl Jiménez, salvo en una que remató pésimo.
La diferencia llegó al 73’, con una gran definición de Dos Santos, a servicio en corto de Jiménez, que a su vez habías recibido de Pizarro tras una corrida por la derecha. Fue la primera conexión correcta con el “9”, aunque él no definió sino ese volante que persistentemente llegaba desde atrás.
