Brasil y Bolivia fueron los encargados de inaugurar la Copa América 2019, el torneo de selecciones más antiguo del Orbe. Desde el inicio ya se conocía la superioridad que tendrían los cariocas y la confirmaron en los 90 minutos.
El partido se puede resumir de una forma muy sencilla: ataque vrs defensa. El equipo casa se encargó de dominar las acciones y de fabricar jugadas a granel, mientras que Bolivia se dedicó a cerrar espacios. Esa fue la tónica y nunca hubo cambio alguno.
Brasil tomó las riendas desde el primer minuto y aplicó su estilo. Fútbol de mucho toque, sumaba bastante gente al ataque, pisaron el acelerador y tuvieron a Bolivia contra la pared.
Las opciones fueron bastantes. Una de las más claras se produjo en un tiro de esquina. Coutinho recibió el balón en el área chica, pero el remate lo estrelló en el cuerpo del guardameta. A pesar del dominio y las llegadas se les complicó culminar la jugada.
Mientras que Bolivia salió con un planteamiento defensivo, con dos líneas de cuatro muy bien plantadas y esperaron en su medio campo a los brasileños. Su objetivo era soportar los embates de Firmino y compañía.
En ofensiva no se le vio gran cosa. Moreno fue su único hombre adelante, estaba solo luchando contra el mundo y aunque intentaron elaborar contragolpes nunca inquietaron a Becker.
El segundo tiempo arrancó con un Brasil incisivo y en tan solo 3 minutos encontró el primer gol. Tras una mano en el área, Phillipe Coutinho se encargó de cobrar y lo hizo de gran manera. Fue un tiro raso, pegado al poste de mano derecha del arquero Carlos Lampe.
La anotación desordenó a los bolivianos, quienes tan solo dos minutos después, recibieron otro golpe. Se los propinó el mismo futbolista y en esta ocasión cabeceó sin marca frente al marco.
Brasil aprovechó para continuar haciendo su fútbol. Se mantuvo haciendo paredes, buscando el espacio y poniendo a trabajar a sus delanteros.
