El fútbol de primera división en Costa Rica viene sufriendo por varios factores que los dirigentes se niegan a atender y, más bien, terminan por profundizar las deficiencias; algo que cuesta entender, pues es una forma de golpear la actividad que ellos mismos desarrollan.
A partir de hoy, y por algunas semanas, vamos a plantear algunos de esos factores en este espacio, para contribuir a una discusión más amplia sobre el por qué no vemos buenos resultados, especialmente en las participaciones a nivel internacional, tanto de clubes como de selecciones nacionales.
En primer lugar, los torneos de primera división de la UNAFUT cada vez se le dejan menos espacio al entrenamiento, si bien este es esencial para el buen desempeño de un equipo de fútbol.
Aquel sinsentido que comenzaron a expresar algunos jugadores y ciertos dirigentes, en cuanto a que es mejor jugar partidos que entrenar, cada vez se asienta más en el fútbol costarricense.
La temporada 2021 – 2022 comenzó el 31 de julio pasado, y en 96 días, la Asociación Deportiva Santos había jugado 25 partidos; el Deportivo Saprissa, 24; y Liga Deportiva Alajuelense, 22. Eso, cuando llegó la pausa acordada para darle espacio a la Selección Nacional.
Si asumimos que el día del partido no se entrena, Santos no lo habrá hecho en los 25 días en que tuvo que jugar; Saprissa se quedó sin hacerlo en 24 ocasiones; y Alajuelense, 22 veces.
Y, si asumimos, también, que el día después de cada partido no se entrena, sino que se hace un trabajo regenerativo en la parte física, vemos que a Santos habría que restarle 25 días más; a Saprissa, 24, y a Alajuelense, 22.
Luego hay una discusión abierta sobre la conveniencia o no de entrenar el día previo al partido, por las implicaciones en la parte física. Pero, obviando ese punto, resulta que Santos no pudo entrenar en 50 de los 96 días que analizamos. Saprissa no pudo hacerlo en 48 ocasiones, y Alajuelense, en 44 oportunidades.
Hay que tomar en cuenta, también, que Santos tuvo que hacer un viaje que resultó una odisea a Belice; fue a Canadá, a Panamá, y le tocó visitar en el torneo local al Municipal Pérez Zeledón, Jicaral y la Asociación Deportiva Guanacasteca.
Saprissa fue a Guatemala dos veces; y en el torneo local le tocó ir a Pérez Zeledón y a Jicaral. Alajuelense fue a Guatemala una vez, y visitó a Pérez Zeledón y a Guanacasteca, además de cambiar dos veces de técnico.
Definitivamente, entonces, estos tres equipos jugaron más de lo que entrenaron. Y cuando hablamos de entrenar, no nos limitamos a la parte física, que es importante, pero no es lo único.
Los técnicos necesitan espacio para repasar, en cancha y no en una pizarra, los movimientos tácticos que quieren ver en sus equipos. Dicen que la práctica hace al maestro. Esa premisa no ha sido desvirtuada hasta ahora por nadie. Pero en nuestro fútbol no la toman en cuenta.
Y luego queremos ver equipos que desplieguen su fútbol conforme con las últimas tendencias que imperan en el mundo. Es parte de esa fábula que vivimos los costarricenses de creer que algunas cosas se van a dar solo porque las queremos, y no porque trabajemos por ellas.
Si los equipos no entrenan, nuestro fútbol no mejorará. Seguiremos viendo esporádicas buenas actuaciones, más por ímpetu que por otra cosa, y eso no alcanza para elevar el nivel ni para competir en el plano internacional.
No será por arte de magia que lo logremos, aunque los dirigentes de la primera división del fútbol nacional parezcan empecinados en creerlo de esa manera. Seguro por eso han rechazado varias veces la propuesta de su propio Consejo Director de implementar una temporada de 38 partidos, de manera que se pueda manejar una calendarización razonable de los partidos.
En las siguientes semanas iremos tocando los otros aspectos que, desde nuestro punto de vista, le están restando al desarrollo del fútbol nacional.