El caso de racismo que se evidenció el domingo pasado durante el Clásico Nacional entre Liga Deportiva Alajuelense y el Deportivo Saprissa, ha puesto el tema sobre el tapete por algunos días.
Así suele ocurrir en este país, acostumbrado a que los escándalos no duren más de tres días. Pero, la realidad es que el racismo no es nuevo en Costa Rica, como tampoco lo es la indiferencia con la que se aborda el tema en el país.
Y, lo primero que hay que acotar es que las expresiones racistas se dan entre personas de todas las razas que conviven en Costa Rica. No debemos caer en la idea de que esto se da solo de los mestizos (aquí reconocidos siempre como blancos) hacia los negros.
Yo he escuchado expresiones muy fuertes en contra de todos, y de parte de todos. De hecho, las peores expresiones de las me he dado cuenta han sido en contra de los chinos, los judíos y nuestros indígenas.
Por eso reitero: el racismo no es un problema nuevo en Costa Rica. Se nota más en los estadios de fútbol, quizá porque alguna gente cree que en la multitud prevalece el anonimato.
Todos debemos señalar el racismo
Y aquí es donde voy con el tema de la indiferencia. Porque cuando yo he intervenido para frenar una situación de estas, suele ocurrir que a mí se me termina señalando como un busca pleitos, como alguien que no se sabe comportar, como el que se mete en lo que no le importa. En fin, cualquier clase de descalificación que implica dar la espalda ante el problema.
Estimo que el problema se comenzará a contrarrestar cuando todos señalemos y denunciemos a los racistas. Pero, mientras tanto, algunos están en posición de hacer algunas cosas ejemplares al respecto.
Por eso repudio la decisión de la dirigencia de Liga Deportiva Alajuelense de recurrir la sanción que recibió el club por los hechos del domingo pasado.
Hay una cosa clara que debemos reconocer: lo ocurrido no fue promovido por Alajuelense y su dirigencia. Y hay otra cosa que por ahora parece cierta: que no se cumplieron los pasos previstos en el protocolo cuando ocurrieron los hechos.
Particularmente lo segundo le abre la puerta a la dirigencia manuda para su reclamo. Pero, si al final de cuentas es responsable de la organización del partido, debería sumir su cuota y enviar un mensaje claro a sus aficionados.
Alajuelense manda una mala señal
Por ello, se debió aceptar la sanción. Acudir a discusiones sobre tecnicismos para evadir la sanción, es inaceptable. Porque aquí no se trata solo de qué dice el protocolo aplicable, sino de combatir de manera frontal un serio problema de la sociedad costarricense.
Al margen del hecho de que no se cumplieran los protocoles, algo que era de resorte de los árbitros y la comisaria del partido, lo cierto es que, si Alajuelense no recibe una sanción, en definitiva será cómplice de lo ocurrido.
Eso, independientemente de que emita todos los comunicados habidos y por haber, condenando los hechos. La condena se queda en el papel. Con eso no se gana nada.
Lo peor es que este tipo de posturas de dirigentes de nuestro fútbol no son nuevas. Hablan y escriben. Pero no asumen su verdadera cuota de responsabilidad. Y sus acciones, cuando las hay, no son ejemplarizantes.
No aprovechan la posición en que se encuentran para ser gestores de cambios. Solo tratan de saca adelante su negocio sin que nada ni nadie se interponga en su camino. Aunque eso implique disimular lo inaceptable.