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Controversia

En el fútbol nuestro se habla con mucha ligereza

El blog del periodista Reinaldo Lewis en Deportescr.

Es curioso, pero los actores del fútbol costarricense suelen no medir sus palabras a la hora de hablar. Y no estoy pretendiendo aquí que no digan las cosas que hay que decir. Pero, cada vez más, se asume que las formas no importan y tampoco hay límites.

Y al mismo tiempo, se ha hecho una costumbre torcer la realidad o concentrarse en los que conviene para dejar de lado lo que no, con una total falta de objetividad. Y para más, se pretende que los demás hagamos lo mismo.

El tema viene a colación a propósito de las manifestaciones hechas por el técnico del Deportivo Saprissa, Jeaustin Campos, en relación con el arbitraje, después del Clásico Nacional.

El trabajo del cuarteto arbitral fue malísimo. De eso no hay duda. Y en nuestro caso, así lo consignamos en la crónica de aquel encuentro. Pero, ciertamente, Campos se equivocó al tildar de inepto a Juan Gabriel Calderón.

En casos como estos, los adjetivos sobran. Y nos basamos en la misma práctica de los actores del fútbol. Nunca he escuchado a un técnico llamar inepto a uno de sus jugadores por malograr un gol cantado, o por cometer una falta de penal, o por incurrir en un autogol, o por dejarse expulsar en un partido.

Está claro que los técnicos protegen a sus jugadores. Pero, se ha vuelto una moda tirarle de todo a los árbitros, muchas veces incluso desviando la atención sobre lo mal que lo ha hecho un equipo, o los errores propios de sus jugadores.

Jeaustin Campos, por ejemplo, no dijo nada sobre las expulsiones que se ganaron un par de sus jugadores y que Calderón no dispuso cuando el reglamento es claro al respecto.

Y, como suele ocurrir en el caso del técnico del Saprissa, se equivoca otra vez cuando después del juego ante la Asociación Deportiva San Carlos se planta en la conferencia de prensa y afirma: “yo no insulté a nadie”.

Debe saber Jeaustin que quien determina si hubo insulto o no, es quien lo recibe, no quien lo emite. De manera que, si Juan Gabriel Calderón se consideró insultado, está en su derecho de verlo así.

Y, por último, me llama la atención que desde lo interno del Saprissa no se escuchó ninguna llamada de atención y ni siquiera una crítica al técnico por la forma en que se refirió a los árbitros. En definitiva, el silencio supone un respaldo implícito. Y eso también es peligroso.

Por otro lado, me parece que la reacción del Saprissa en torno a los mensajes que se cruzaron algunos árbitros a raíz de las palabras de Campos es exagerada. Francamente, no veo en los mensajes que trascendieron ningún indicio de mala fe o de amenaza.

Decir que los árbitros estaban montando una estrategia para perjudicar al Saprissa es absurdo porque no es lo que se desprende de los mensajes. Lo que sí se plantea es ser estrictos en la aplicación del reglamento.

Esa debería ser la norma, porque el reglamento está para ser aplicado. Pero, tal como lo reconoció Pedro Navarro en su conferencia de prensa, los árbitros suelen suavizar las cosas. Y aquí agrego que tal vez con esas actitudes ellos mismos contribuyen a este tipo de reacciones que se podrían evitar.

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