La Selección Femenina de Fútbol estará en la Copa Mundial Femenina de la FIFA Australia – Nueva Zelanda 2023 tras adjudicarse ese derecho el viernes anterior en el marco del Campeonato Femenino de la CONCACAF.
Será apenas la segunda presencia del fútbol femenino costarricense en la gran cita del orbe, algo que ciertamente debe llamar a una reflexión objetiva, porque en medio de toda la creciente euforia que se ha desatado en nuestro país alrededor de esta disciplina en los últimos tres años, de repente muchos pierden la perspectiva respecto de donde estamos en el proceso que sigue ese fútbol femenino.
Muchos hablan, por ejemplo, de las condiciones que ha tenido la Selección para prepararse de cara a la eliminatoria y por ello consideraban que la clasificación era una obligación.
Hay que decir, sin embargo, que los avances no han sido todo lo que se necesita. Y, en mucho fueron resultado de las luchas casi personales que ha dado la seleccionadora, Amelia Valverde a lo interno de la Federación Costarricense de Fútbol (FCRF). No ha sido por un simple convencimiento de la dirigencia.
Amelia ha tenido que pelear, en mucho desde inicios de 2019 cuando forzó una reunión con los representantes de los equipos de la primera división para pedirles que fueran un poquito más formales con el tema de los entrenamientos.
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A ello hay que añadir el sacrificio de las jugadoras que juegan en el torneo local y que siguen padeciendo con los entrenamientos mañaneros en sus equipos y en Selección, debido a la necesidad de compaginar su práctica deportiva con trabajo y/o estudio para poder sobrevivir.
Y si creen que este no es un tema importante, recuerden que hace apenas unas semanas, cuando Sporting FC fue a jugar a Pérez Zeledón ante Suva Sports un miércoles, Cristin Granados y Carol Sánchez no estuvieron por compromisos laborales. Eso, solo para citar un par de ejemplos. Hoy están con la Selección en México ellas y otras jugadoras que se están jugando sus trabajos para representar al país.
Estas son realidades de nuestro fútbol femenino, metido en una dinámica de amateurismo del que no se puede salir tan fácilmente porque el paso al profesionalismo requiere de una capacidad económica que hoy no existe en esta disciplina.
Es cierto que han asomado algunos patrocinios. Pero por montos muy bajos que no alcanzan para todo lo que se requiere, y tampoco involucra a todos los equipos. De hecho, si se permite la comparación, esos patrocinios hoy están más o menos al nivel de los patrocinios que tenía el fútbol masculino hace algo más de 40 años, a finales de la década de 1970. Y decir eso ya es mucho.
Ojalá, sí, que, a pesar de todas esas situaciones, la Federación pueda darle las mejores condiciones a la Selección Femenina de Fútbol para prepararse para el Mundial. Ya en 2015 Amelia tuvo la posibilidad de dirigir en la cita de Canadá, después de asumir el banquillo a última hora ante la salida de Carlos De Toro.
Esa experiencia deberá servirle de mucho, lo mismo que la que han acumulado varias de las jugadoras que tomaron parte en aquel Mundial y que han pasado por el fútbol internacional.
Hay tiempo. Serán cerca de 11 meses para preparar el Mundial. Los fogueos deberán ser de calidad, indudablemente. Pero también será importante que los dirigentes logren estructurar un esquema de trabajo que le de tranquilidad a las jugadoras en el plano económico. De entrada, no se me ocurre cómo, pero será tarea de la dirigencia buscar opciones.
Por lo pronto, hay que felicitar y agradecer a las jugadoras y al cuerpo técnico por este logro clave para el fútbol femenino de nuestro país.