En Liga Deportiva Alajuelense hace mucho rato que la Junta Directiva está postergando la solución de dos problemas muy importantes que exigen tomas de decisiones urgentes. Se dan por satisfechos con barrer en los torneos de liga menor masculino y en el femenino, pero todos los demás asuntos parecen secundarios para ellos.
Uno, es el tema de la barra. El otro, los malos resultados del primer equipo masculino. Ambos asuntos tienen una enorme trascendencia porque si no se atienden, pueden dar al traste con todo lo demás.
La Junta directiva de Alajuelense disimula una y otra vez el problema de la barra. No ha querido tomar acción con respecto a la 12, a la que algunos incluso defienden como un soporte para el equipo.
No quieren entender que ese grupo de aficionados le hace un enorme daño al equipo y al fútbol con su comportamiento insolente, agresivo, violento. Las situaciones que se vivieron en el estadio Alejandro Morera Soto luego del partido del domingo ante el Deportivo Saprissa solo reafirman esa realidad.
Y esta vez, ya no se trataba de disputas a lo interno de la barra o confrontaciones con integrantes de otras barras. No. Ahora los focos de las agresiones fueron los familiares de los jugadores.
No es que una cosa sea más importante que otra. No es que una cosa sea más peligrosa que otra. Pero sí hay un síntoma claro y evidente de una escalada de la violencia desde una perspectiva conceptual. Y aquí hay que apuntar algo con meridiana claridad: ese cuento de que es un grupo pequeño de aficionados, no se puede seguir repitiendo. Están los que actúan, que no son tan poquitos, y están los que observan y callan, lo cual los hace cómplices. Y estos definitivamente son muchos.
La Junta Directiva de Liga Deportiva Alajuelense debe bloquear a la 12; debe desautorizarla y quitarle cualquier tipo de apoyo que aún le ofrece. Y no puede seguir postergando esa decisión, como si le tuviera miedo al problema.
No quisiera pensar que la barra tiene secuestrada a la Junta Directiva, como se ha dado en algún otro país en cierto momento. Pero esa sería la única explicación a semejante irresponsabilidad por parte de quienes dirigen la organización de Alajuelense. Máxime cuando han pasado varias juntas directivas y nadie le ha entrado al tema.
Lo otro, lo de los resultados del primer equipo masculino, también es muy serio. Un título en ocho años, a pesar de lo que se ha invertido en contrataciones, lo que se tiene en infraestructura, y lo poco que en esas líneas de repente hacen otros equipos de la primera división, es muy poco.
No se trata aquí de desacreditar o desmeritar los triunfos de los otros equipos que en ese lapso han ganado campeonatos. Es que en Alajuelense se deben preguntar por qué pasa lo que pasa.
Cuando un equipo hace todo lo que ha hecho Alajuelense y no logra los resultados, es claro que se deben revisar las formas. Y no se trata solo de poner y quitar entrenadores, porque se ha demostrado que no todo se resume a quién está en el banquillo.
Las planillas que ha tenido Alajuelense en los últimos años, en teoría dan para mucho más de lo que ha logrado el equipo en cancha. Pero, huele a que algo no está bien en el camerino y en la organización.
Los buenos resultados económicos, los éxitos en ligas menores, lo bien que lo hacen con el femenino, todo eso puede no representar nada si el primer equipo masculino no obtiene buenos resultados.
