De repente alguna gente que en los años recientes ha volteado a ver al fútbol femenino empieza a imaginarse que allí todo debe ser igual que en el fútbol masculino. Miden a las jugadoras, a los directores técnicos y a los dirigentes como miden a sus pares del masculino.
Pero, la realidad es que la Liga Femenina como la conocemos hoy va unos 75 atrás del fútbol masculino, más allá de que en diversos momentos se practicó fútbol por parte de algunas mujeres costarricenses.
Esa diferencia no la puede uno ignorar, así como así. Es bueno recordar, incluso, que en estos tiempos varios equipos del fútbol masculino pasan penurias de diversa índole -especialmente en el plano económico- porque no han sido capaces de consolidar una empresa alrededor de su iniciativa.
Dicho eso, la realidad es que nuestra Liga Femenina, hoy en 2020, muestra progresos sustanciales. La pandemia por el COVID-19 trajo retos que, de momento, están siendo muy bien sorteados por el fútbol femenino. El Torneo lleva ocho jornadas sin contratiempos. Esa ha sido, quizá, la prueba más importante.
La llegada ya formal de Liga Deportiva Alajuelense y la vuelta, con un nivel de compromiso diferente, del Club Sport Herediano, han llevado las cosas a otro nivel en el plano competitivo. Y lo que están ofreciendo Dimas Escazú -el equipo más antiguo de la actual competición- y Sporting FC, claramente es esperanzador.
Si bien el paso se dio a partir de que la Federación Costarricense de Fútbol comprometiera recursos provenientes de FIFA para el pago del arbitraje, la verdad es que también supone un gran paso el que ahora en todos los partidos se cuente con un cuarteto arbitral.