La eliminación de Liga Deportiva Alajuelense en la semifinal del torneo frente a su archirrival, el Deportivo Saprissa, deja una estela de frustración en el cuadro rojinegro.
No es para menos, después de terminar invictos la primera etapa, con 50 puntos a su favor – 21 unidades más que los morados, que calificaron de cuartos; la delantera más goleadora del certamen (49) y la defensa menos batida (12)- los manudos partían como claros favoritos para pasarle por encima al Saprissa más flojo de su historia.
Recordemos que los morados pasaron 60 días sin conseguir una victoria para un 43% de rendimiento. Además, la escuadra capitalina ha tenido tres técnicos en lo que va del torneo, algo inusitado en la era de Horizonte Morado. Y para cerrar, la misma Liga le había recetado un doloroso 0-5 en Tibás, el pasado 18 de abril; es decir, hace tan solo un mes.
No presagiaba nada bueno para el Saprissa, pero como el Ave Fénix, se levantó de sus cenizas y contra todos los pronósticos, de incluso muchísimos saprissistas, hoy ya está instalado en la final del Clausura 2021.
Esto es propio del fútbol; especialmente, en los clásicos, donde cualquier cosa puede pasar. Pero mi reflexión va por el lado de si el formato de torneo beneficia en algo el crecimiento del fútbol.
A como está pensado el campeonato, de nada vale la regularidad de un equipo durante 22 fechas. De nada… Al final, como lo decían Juan Carlos Rojas, presidente de la “S” y Jafet Soto, gerente del Herediano, lo que cuenta es la segunda fase.
Saprissa, con la peor temporada de su historia, hoy está a 180 minutos de alzar su copa número 36. Sin conocer el resultado de hoy en Guápiles, y de haber superado su eliminatoria, el Herediano con un torneo tremendamente irregular quedaría a la misma distancia que los morados, de conquistar su título número 29.
¿Culpa de ellos? Absolutamente no. El torneo es así y todos conocen las reglas de juego. Pero me queda la espina de que, en esta competición en particular, el lunar es haber eliminado la gran final, porque se le quita un premio por regularidad al mejor equipo de la primera fase, en este caso, Alajuelense. Si hubiera existido esta instancia, posiblemente, no habría tanto lamento y desazón en las tiendas rojinegras que, una vez más, dejan ir el título en forma increíble.
¿De qué le vale a un equipo mostrar un rendimiento casi perfecto durante 22 juegos, si en una semifinal, pierde todo?
Este tipo de formatos premia la mediocridad, porque los equipos saben que, con solo clasificar, se le abren las puertas de par en par para ganar un título, sin necesidad de exhibir un nivel ni siquiera aceptable durante la temporada. Así han salido campeones Pérez Zeledón, Herediano y el mismo Saprissa.
Hay quienes opinan que este tipo de torneos son más emocionantes; posiblemente, sí. Pero emoción no significa calidad. También arguyen que, si el equipo que dominó con amplitud 22 fechas no es capaz de superar una semifinal, contra el más débil de los cuatro clasificados, entonces no merece el título. Podría ser; son posiciones que responden a los colores de cada aficionado.
No digo que aquí deba jugarse como en Europa, donde el que hace más puntos es campeón. Pero además de ello, los clubes pelean toda la temporada no solo por el título, sino por meterse a Champions League (parte alta de la tabla de clasificación), a Europa League (parte media de tabla), y los de la parte baja por no quedar entre los tres últimos lugares para evitar el descenso. Todos tienen algo en juego en cada partido.
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Aquí es complicado hacer lo mismo, pero podrían buscarse nuevas fórmulas; algo más justo y equitativo, que obligue a los clubes a una mayor exigencia en busca de la excelencia.
Es claro que este tipo de formatos se hizo con la finalidad de llevar más público a los estadios y alimentar las finanzas de los clubes, pero en el marco de la pandemia ya ni eso importa. Entonces, por qué no buscar alternativas. En alguna oportunidad, en los años 80, se le otorgaba un punto extra al ganador de cada vuelta de la fase regular. Podría ser…
Finalmente, estos torneos premian la ley del mínimo esfuerzo. En cualquier actividad de la vida eso no debe permitirse bajo ninguna circunstancia y, claramente, menos en el fútbol porque, al final de cuentas lo resiente el espectáculo, lo sufre el aficionado y, especialmente, se refleja en forma negativa en el desempeño de la Selección Nacional.
Luis Álvarez Chavarría es un periodista deportivo con más de 30 años de experiencia en medios de comunicación como el diario La República y Radio América. También ha laborado en la cobertura de otras temáticas para el diario La Nación, además de prestar servicios en oficinas de prensa de instituciones y empresas estatales.