La pandemia por el COVID-19 truncó el arranque de la temporada de la liga femenina en nuestro país, en marzo pasado. En la primera división, apenas se estaba jugando la tercera jornada del Apertura 2020 cuando hubo que parar. Y ni siquiera llegaron a comenzar las ligas menores o la segunda división.
Cuando en junio se comenzó a gestar el arranque del Torneo 2020, como resultado de un replanteamiento del calendario de la primera división de la liga femenina, a todas las dudas previas se sumaba otra: ¿se podría concluir la competencia?
Esa interrogante hoy tiene una clara respuesta, y es positiva. La temporada no solamente terminó conforme se previó. No hubo una sola interrupción por motivos sanitarios.
Es cierto que en el Torneo 2020 muchas jugadoras no recibieron paga por su trabajo. No es una situación nueva, y sigue constituyendo uno de los grandes retos de los equipos y de la Liga. En el fútbol masculino, si se permite la comparación, la liga lleva más de un siglo y todavía hay equipos que pagan salarios insuficientes a sus jugadores y a veces no pagan.
También, se cuestionó mucho la calidad del arbitraje. Pero ¿en qué liga en el mundo no pasa lo mismo? Además, no se puede olvidar que, hasta la temporada del año anterior, la mayoría de los juegos de la liga femenina eran arbitrados por colegiados del fútbol aficionado.
Yo me declaro muy satisfecho por el crecimiento que ha tenido el fútbol femenino. No soy para nada conformista. Pero, me queda claro que no todo se logrará en un día. Es un proceso que será largo. Por ello, lo más importante será no perder el norte y no quitar el pie del acelerador.