Saprissa fue el mejor. Sí, el mejor de la segunda fase del torneo. En esta instancia los morados tuvieron un rendimiento casi perfecto -tres triunfos y un empate- en los cuatro partidos disputados.
¿Justo monarca? Tendríamos que decir que sí, porque fue capaz de reponerse a una temporada mediocre, en la que su banquillo se movió en dos ocasiones (primero salió Walter Centeno y luego Roy Myers) para que, finalmente, con Mauricio Wrigth, el plantel encontrara la estabilidad y enderezara el rumbo hacia la corona 36.
Es claro que el formato del torneo permite esas cosas. Insisto, emoción no es lo mismo que calidad, pero bueno, las reglas son claras para todos y desde hace más de una década se juega de esta forma.
Por ello, los morados, contra todos los pronósticos, contra aquellos que los dieron por muertos y hasta se repartieron el botín antes de los partidos, se transformaron de forma increíble para hacer valer la máxima de su expresidente Jorge Guillén Cháves, quien muy a menudo decía “no se repartan nada mientras Saprissa esté vivo”.
Muy pocos creían en este cuadro; es más, antes de jugar su semifinal contra Liga Deportiva Alajuelense, miles de saprissistas pensaban no en que iban a perder, sino en si se repetiría la goleada de 0-5 propinada por los manudos apenas un mes antes en San Juan de Tibás.
Precisamente, desde las entrañas de la planilla se asegura que aquella goleada fue un punto de quiebra, pues a partir de ese momento el grupo se comprometió a cambiar la historia.
- Morados alzaron su título número 36 en medio de una temporada aciaga, llena de problemas, con tres técnicos en su banquillo y un rendimiento de apenas 50%
La mano de Mauricio Wrigth fue determinante para conseguirlo. El carácter y la personalidad del exmundialista de Corea Japón 2002 caló en el grupo. De ocho partidos disputados con él al mando, la “S” ganó cinco, empató dos y perdió solamente un juego. Su equipo marcó 17 goles y recibió 13 para un rendimiento del 71%.
Otro factor vital para la conquista del cetro fue el cambio dramático que sufrieron jugadores clave como Mariano Torres, Christian Bolaños, Daniel Colindres y Michael Barrantes, entre otros. Antes de que Wrigth asumiera el mando, su juego era caótico. Después del arribo de Wright, Torres se convirtió en el conductor del equipo. En la serie ante la Liga, puso tres asistencias y provocó un penal a favor. Contra Herediano puso dos asistencias más. En los casos de Bolaños, Colindres y Barrantes, los tres sumaron en la red goles valiosos para el título.
Fue así como en una de las temporadas más amargas que el saprissismo recuerde, con dos meses sin conseguir una victoria, con la pérdida de tres clásicos de forma consecutiva -incluida la final de Liga Concacaf y una manita (0-5) en Tibás- Saprissa supo despojarse de todos esos fantasmas que lo acosaron durante la fase regular y cambiar el chip en la etapa decisiva del torneo.
Atrás quedaron los malos resultados, la incertidumbre por clasificar, las amenazas de la directiva, la malacrianza de algunos jugadores y muchos otros factores que afectaron al club.
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Hoy Saprissa disfruta las mieles de la victoria; brilla en lo más alto del firmamento futbolístico no solo nacional, sino regional. Es el club más ganador de Concacaf; el cuarto en América, solo por detrás de los históricos Peñarol (50) y Nacional de Uruguay (48) y Olimpia de Paraguay (45), y el número 11 en el mundo. Y, como si fuera poco, con el título clasificó a Concacaf, algo que parecía casi imposible hace menos de un mes.
Ahora, en medio de las celebraciones, el nuevo gerente deportivo Ángel Catalina debe comenzar a tomar decisiones acerca del futuro cercano.
Lo que no debe permitir la dirigencia del Saprissa es que se vuelva a repetir una campaña tan desastrosa, tan mediocre y tan llena de problemas a lo interno, porque la historia y el ADN morado demandan un equipo ganador 100% siempre y no un cuadro que apenas alcanzó el 50% de rendimiento en toda la temporada, pero que fue campeón porque el formato lo permite.
Pasó esta vez, pero nadie puede garantizar que se repita, mucho menos que el saprissismo lo resista.
Luis Álvarez Chavarría es un periodista deportivo con más de 30 años de experiencia en medios de comunicación como el diario La República y Radio América. También ha laborado en la cobertura de otras temáticas para el diario La Nación, además de prestar servicios en oficinas de prensa de instituciones y empresas estatales.