Desde hace varias semanas, casi todos los días he venido observando tuits de Cristian Garnier, hijo del expresidente del Deportivo Saprissa Fabio Garnier, en los que hace referencia a la grandeza de la institución, del poder y orgullo, de la necesidad de volver a retomar ese poderío futbolístico e institucional, de regresar al Saprissa a los lugares que pertenece o de que salir campeón es una obligación.
Recientemente, otro saprissista, como Mario Jiménez, también en la misma red social, lanza mensajes de expectativa, tales como “Si queremos un Saprissa que vuelva a marcar la pauta a nivel internacional debemos de empezar a reconstruirlo desde las bases”; o “Muy pronto volveremos a ser los más grandes en todo”.
Este tipo de publicaciones dejan entreabierta la puerta de la duda por conocer si a lo interno de la institución, en el ámbito dirigencial, se está gestando un cambio.
Lo curioso del asunto es que el presidente Juan Carlos Rojas, muy activo en las redes sociales, en particular en Twitter, no se da por aludido, pero es claro que estos rumores que se han desatado son producto de un desgaste considerable y evidente en la silla presidencial del club más ganador del país.
Como lo hemos dicho en otras oportunidades, Saprissa ha perdido ese brillo de los campeones; es cierto, ha ganado un par de copas en los últimos dos años, pero ambas en circunstancias anómalas, por llamarlo de alguna forma, pues el campeonato nacional permite que un equipo que pasa 12 partidos sin ganar, que es goleado, que pasa un semestre sin conocer la victoria como visitante, en cuatro partidos se proclame monarca.
Y eso a Juan Carlos Rojas y a la dirigencia de Horizonte Morado les basta y sobra para pavonearse en redes sociales. Pero no hablan de que no hay dinero para competir en el mercado de fichajes de cada semestre, que la primera división anda como gitanos buscando canchas disponibles en cada pueblo para poder entrenar porque el mentado Centro de Entrenamiento Saprissa (CES) tuvo que detener las obras de construcción porque “llovía mucho en invierno” -si otros tuvieran esa mentalidad a estas alturas el Estadio Nacional no iría ni por la mitad-.
Tampoco hablan del desastre que existe en las divisiones menores, donde la fuga de talentos es como un chorro de agua a tubo abierto. Pero el señor Rojas se consuela diciendo que, así como la Liga les ha robado jugadores -no uno ni dos, un montón, por cierto- ellos también le han quitado uno que otro a su archirrival.
Y qué decir de un problema que parece no importarle a la dirigencia morada y es que ya los futbolistas costarricenses dejaron atrás aquella máxima aspiración de jugar con Saprissa. Esa era la meta de todo jugador, pero ahora, en idénticas condiciones económicas, incluso superiores, muchos prefieren jugar con otro equipo que llegar a la “S” (por ejemplo, Celso Borges).
Entonces, cuando aparecen estos rumores de cambios de dirigencia, de que Juan Carlos Rojas se va, de que llega fulano o mengano, pero nadie de la institución sale a desmentir nada, se va sembrando una semilla de incertidumbre, no solo a nivel interno del club. ¿Qué pueden pensar los colaboradores, los que trabajan adentro, los que han visto a compañeros ser despedidos porque su equipo perdió y al día siguiente hay que despedir gente porque alguien tiene que pagar el precio de esa derrota?
Pero también el aficionado lo vive y lo sufre; esa impotencia de ver a su equipo de colero o penúltimo del torneo, siendo el hazmerreír de sus rivales, y en la dirigencia ni siquiera pestañean, ni se enojan, ni se frustran. Claro, ellos deben mantener la ecuanimidad y la dignidad.
Lo peor del caso es que hasta una buena parte de la afición se ha contagiado de ese espíritu de mediocridad implantado por esta directiva que ha roto todos los récords negativos en toda la historia del club y, pese a ello, parece no importarles.
Pero, para qué preocuparse, si el torneíto nuestro permite que se clasifique con la ley del mínimo esfuerzo, dejando los pelos en el alambre y esperar que, en cuatro partidos, suene la flauta. Señores, eso no ha sido, ni es ni nunca será el ADN que don Ricardo Saprissa infundió en el alma de esta institución.
Luis Álvarez Chavarría es un periodista deportivo con más de 30 años de experiencia en medios de comunicación como el diario La República y Radio América. También ha laborado en la cobertura de otras temáticas para el diario La Nación, además de prestar servicios en oficinas de prensa de instituciones y empresas estatales.