A las puertas del repechaje contra Nueva Zelanda, en el cual se definirá el ansiado boleto para el Mundial Qatar 2022, el fútbol costarricense debería hacer una introspección de lo que fue esta octogonal eliminatoria llena de contrastes.
La Selección Nacional hizo una primera vuelta horrorosa, llena de dudas, de incertidumbre, de malos resultados y de una creencia casi generalizada de que la Copa del Mundo era un sueño casi imposible de alcanzar.
Algo cambió a partir de enero de este año. La actitud, tanto del técnico Luis Fernando Suárez, como del grupo de jugadores fue distinta; se logró una compenetración monolítica. Con cada partido, con cada victoria, renació la ilusión y el hambre de estar de nuevo en la fiesta mundialista.
Yo, particularmente, no comulgo con la teoría que han esbozado algunos colegas en el sentido de que la Comisión Técnica, liderada por Jafet Soto, y en la que además están Ángel Catalina, Roberth Garbanzo y Víctor Umaña, es responsable del cambio.
Concuerdo en que las sugerencias y observaciones que pudo hacer este grupo de profesionales pudieron haber ayudado a aclararle el panorama a Suárez, especialmente en el caso del llamado de algunos futbolistas que no habían tenido oportunidad y que terminaron siendo importantes para el equipo. Pero también creo que la experiencia del colombiano ha tenido una cuota importante de responsabilidad en el repunte futbolístico. A partir de su identificación con el país y el combinado patrio, su lenguaje gestual y su actitud cambiaron diametralmente.
Eso se reflejó en el accionar futbolístico, a todas luces sobresaliente en la segunda vuelta de la eliminatoria, en la cual terminamos como el mejor equipo con 19 puntos de 21 posibles.
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Aquí quiero darle un enorme mérito a Suárez en hacer en tres meses lo que, por ejemplo, Ronald González no pudo realizar en casi dos años: un recambio generacional que ilusionara a la afición.
El equipo que enfrentó el último partido ante Estados Unidos, en el Estadio Nacional, tuvo un promedio de edad de 23 años. Pero más allá de eso, varios jóvenes demostraron no solo talento, sino deseos, hambre, personalidad y un interminable deseo de convertirse en la nueva generación de futbolistas costarricenses.
Nombres como Anthony Contreras, Brandon Aguilera, Gerson Torres, Daniel Chacón, Juan Pablo Vargas, Ian Lawrence, Jewisson Bennette, Orlando Galo, Carlos Martínez, Douglas López, Youstin Salas han demostrado sus quilates y pueden sentirse orgullosos y satisfechos de haber defendido con honor e hidalguía la camiseta tricolor. Ellos, más allá de si van o no al Mundial, levantaron la mano por un lugar en la sagrada Selección Nacional.
Lo que viene
Viendo jugar a Nueva Zelanda ante Islas Solomon -un rival débil a más no poder-, uno no puede dejar de ilusionarse de que la clasificación a Qatar 2022, aquella que a finales del año anterior parecía una utopía está hoy a solo 90 minutos de distancia.
El cuadro neozelandés es un equipo fuerte, que juega bien, con un típico juego inglés, con mucho fútbol por fuera para buscar en el juego aéreo de su capitán y número 9, Chris Wood. Además, cuenta con dos centrales de un biotipo impresionante, altos, fuertes, corpulentos. El medio campo se destaca por tener buen manejo de pelota, en especial, a través de los volantes Bell y Tuiloma (quien marcó dos goles ante Solomon).
Aún con esas virtudes, creo que no es un equipo futbolísticamente superior a ninguno de los tres clasificados directos de la Concacaf, Canadá, México o Estados Unidos.
El Mundial está más cerca que nunca, a un paso, a 90 minutos, o un poco más.
Luis Álvarez Chavarría es un periodista deportivo con más de 30 años de experiencia en medios de comunicación como el diario La República y Radio América. También ha laborado en la cobertura de otras temáticas para el diario La Nación, además de prestar servicios en oficinas de prensa de instituciones y empresas estatales.