No pasaron ni dos semanas de la noche mágica del Cartaginés que obtuvo, tras ocho décadas, el título del fútbol nacional cuando ya estábamos jugando el nuevo torneo, el cual será relámpago, pues debe estar terminado antes de que la Selección Nacional se enrumbe al Mundial en Qatar.
Insisto una y otra vez como lo he hecho ver en el programa “Leyendo el fútbol” de Ticavisión, el canal joven de Costa Rica, que este campeonato no debió jugarse. Lo hubieran declarado desierto. O bien, como propuso el director del espacio, Reinaldo Lewis, volver al formato de torneos largos, y que se jugara la primera parte del mismo, antes del Mundial. Cualquiera de las fórmulas es mejor que la falta de seriedad que se libra en las canchas de nuestro país. Ah, y más allá de las canchas, donde se hacen los reglamentos.
Y es que es una falta de seriedad, porque de un torneo a otro hay equipos que no pueden hacer pretemporada, hay que estar con el rosario de manera permanente en la mano para que no llueva porque si un juego se suspende, complica aún más el calendario y, desde luego, todo esto va en detrimento de lo que vemos en los juegos: futbolistas agotados, equipos sin ritmo, partidos sin ton ni son y una Selección sin espacio.
Pero, lo que es todavía peor, y aunque ya se sabía que abundaba la charlatanería en nuestro balompié, lo mejor de todo es que desde los órganos responsables de poner orden y respeto se da una verdadera oda a la falta de seriedad.
Como lo informa deportescr.net los equipos de “Primera” están jugando sin tener que cumplir los requisitos de competición. Andan con licencia “provisional”.
Para leer más: ¡Cartaginés por cuatro!
“Pese a que el Comité de Licencias de la Federación Costarricense de Fútbol es el ente encargado de velar por el cumplimiento de las disposiciones, sus integrantes dispusieron eximir a los 12 clubes de la primera división de cumplir con los requisitos, en principio, por lo que resta del presente año”, dice la noticia.
Continúa la información: “La decisión del Comité de Licencias de postergar el cumplimiento de los requisitos conllevó al mismo tiempo que se le otorgaran licencias provisionales a los 12 clubes de la primera división de manera que pudieran comenzar el Torneo Apertura 2022 ‘en regla’”.
Lo que es más chistoso, según un comunicado emitido por la Federación, es que entraron a regir nuevas disposiciones, “disposiciones más rigurosas en cuanto a infraestructura y documentación financiera” para que sean cumplidas por los clubes. Pero, como son más rigurosas… hecha la ley, hecha la trampa: pateemos la bola seis meses para que los pobrecitos clubes no tengan que cumplirlas. ¿Entonces? No me parece esto digno de un país seis veces mundialista, precisamente a escasas semanas de ir a la cita más importante del orbe en este deporte.
¿Para qué se ponen reglas si no se cumplen? Mejor aún, ¿para qué se ponen reglas que se pueden brincar?
Esto no va a cambiar mientras exista un total compadrazgo entre dirigencias: a qué voy, a que hay presidentes de clubes que son dueños de clubes y que están metidos en el Comité Ejecutivo de la Federación. Es más, para cerrar el círculo de manera perfecta, ellos mismos son asambleístas, es decir, son la autoridad máxima de nuestro fútbol. Ni modo que se pongan reglas que ellos mismos no pueden cumplir y que terminen por expulsar del fútbol al equipo que les pertenece.
Así, simplemente no avanzamos.