Todas las semanas, Liga Deportiva Alajuelense nos da una noticia, y no significa que sea buena para su afición.
En poco menos de dos años, la dirigencia manuda encabezada por Fernando Ocampo, no ha pegado una.
La contratación de Benito Floro, la salida de Esteban Alvarado, la posible venta de su estadio, los fichajes, el no conseguir título, el fracaso en CONCACAF, la saturación de extranjeros, la no venta de Roger Rojas y por ende la si venta de Jonathan McDonald. Han sido días difíciles para los aficionados.
¿Porqué tanto palo de ciego? Mi respuesta es por exceso de protagonismo, por inexperiencia.
Las finanzas de Alajuelense no venñian bien antes de la llegada de Ocampo y posterior a él se han realizado gastos fuertes en salarios y fichajes, sin poder saber a ciencia cierta al día de hoy como están las arcas manudas. La respuesta de la directiva es que esos datos se dan en la asamblea de socios cada noviembre.
La comunicación de todas estas informaciones por parte de Alajuelense deja mucho que desear. En muchos casos se nota que los toman por sorpresa y muchas veces dan respuestas que denotan su desconocimiento del tema.
Este es un buen momento para que los directivos manudos sienten cabeza, que analicen bien cada fichaje, si ocupan ese refuerzo, si se ajusta al presupuesto. Si piensan adquirir otro estadio, hablar de ello hasta que la idea tenga bases sólidas. Si se trae un técnico, analizar si conoce el medio o si está capacitado para dirigir al cuadro manudo.
El aficionado es quien ha sido expuesto en medio de tanto desorden manudo. La desesperación por conseguir un título hace que se tomen decisiones con corazón y no con la razón. No dudo que en corto tiempo si se mantiene esta directiva, sentarán cabeza (espero no sea tarde) y sabrán (con experiencia) qué hacer. Lo vivió Horizonte Morado en sus inicios. Lo vivió Fuerza Herediana en sus inicios. Lo vive ahora la cúpula de Liga Deportiva Alajuelense.
