En la Liga Deportiva Alajuelense dieron el paso primero. Destituyeron a Luis Diego Arnaez y cediendo a la presión manifiesta por un sector de aficionados en las gradas y en las redes sociales, trajeron de vuelta al colombiano Hernán Torres.
Luego, en el Deportivo Saprissa no se quedaron atrás. Separaron a Vladimir Quesada y trajeron a Walter Centeno, igual, a tono con los gritos que se escuchaban desde las gradas y las secuencias que se veían en redes sociales.
Los dirigentes deben poner atención a las voces de los seguidores de los equipos. Después de todo, son una base fundamental en la construcción de las grandes instituciones deportivas. Pero, esas instituciones solo se construyen realmente a partir de una adecuada toma de decisiones.
No es aceptable -y tampoco es razonable- que se tomen decisiones al calor de lo que gritan o no los aficionados. Estos son de memoria corta y suelen caer en enormes contradicciones, incluso de un momento a otro. Tanto así que seguidores de la Liga cuestionaron a Luis Diego Arnaez por no alcanzar un título, pero exigieron la vuelta de Torres, olvidando que tampoco ganó un título, y eso lo hace parte de lo que ellos mismos consideran una secuencia de fracasos a lo largo de los últimos años.
Y tanto así que seguidores del Saprissa obviaron el “pequeño detalle” de que Quesada alcanzó un título y un subtítulo en dos torneos en que dirigió al equipo. Y exigieron a uno que, si bien como jugador ganó mucho, como técnico no ha ganado nada todavía.
Los dirigentes deben saber que, si estos hombres no logran el título, esos mismos grupos de seguidores que reclamaron las llegadas de Torres y Centeno van a reclamarles por el “fracaso”.
Y aquí hay un tema: el campeonato pone en disputa un solo título, que normalmente en nuestro medio tiene al menos tres contendientes. Eso hace que las probabilidades de no ganarlo sean mucho mayores que las de ganarlo. Es algo simple, pero los aficionados casi nunca piensan en ello, porque tienen metida en la cabeza aquella idea sin fundamento de que su equipo lo tiene que ganar todo siempre. Lo correcto, sin embargo, es que los equipos están obligados a pelear por ese título. Pero de allí a estar obligados a ganarlo, eso no tiene sentido. Porque ¿cómo puede ser que al menos tres están obligados a obtener algo que por definición es solo para uno?
Pensar de esa manera es, de alguna forma, asumir que más allá de entregar un título, el campeonato está diseñado para establecer fracasos. Yo creo, sin embargo, que por allí no va la cosa.
Está claro que a Centeno y a Torres no les puede ir bien al mismo tiempo, al menos si se usa la lógica de esos aficionados. Y eso que a los dos les puede ir mal, porque hay otros equipos en la contienda. E insisto: solo uno puede salir campeón.
Los aficionados deberían pensar un poco en eso, aunque no les guste. Pero, lo que sí es definitivo, es que los dirigentes están obligados a pensar en ello. De lo contario, están en el negocio equivocado.