El técnico Luis Marín venía de ser despedido de la Federación Costarricense de Fútbol. No le renovaron su contrato como asistente técnico de la Selección Nacional. Interpretamos que debido a que al seleccionador, Gustavo Matosas, no le gustó su visión del fútbol. Porque, precisamente escogió a Douglas Sequeira argumentando coincidencias con él en ese terreno, y descartó a Marín.
Lo llamaron de última hora desde la Asociación Deportiva San Carlos, cuando Martín Cardetti sorprendió a todos y anunció su salida a nueve días de que arrancara el Clausura 2019.
La planificación de la temporada ya estaba hecha, y Marín no había sido parte de ella. La planilla estaba lista, y Marín ni siquiera había emitido un criterio con respecto a ella. Todas las principales decisiones deportivas ya habían sido tomadas y el nuevo técnico no tuvo nada que ver con ellas.
Nada de eso incidió para que Marín rechazara el llamado. Se haría cargo de la noche a la mañana de un equipo que seis meses antes había ganado el ascenso a la primera división y que en su primer torneo de vuelta avanzó a semifinales.
Rápidamente, le dio forma a su cuerpo técnico, buscando a dos figuras que conocía de sobra desde su época de jugador en Liga Deportiva Alajuelense, y que se habían decantado por la dirección técnica: Harold Wallace y Sandro Alfaro.
Después del primer partido del torneo, ante el Club Sport Herediano, en el Rosabal Cordero, y sin conocer los alcances de la lesión de Ismael Gómez en ese mismo encuentro, Marín advertía su interés de reforzar el equipo en algunas líneas. Y lo repitió dos jornadas después, tras el juego ante la Liga en el Morera Soto. Al final solo pudo traer a Osvaldo Rodríguez, quien se convirtió en pieza clave del medio campo, y en figura en los cobros a balón parado, así como al portero panameño Alex Rodríguez, mundialista de Rusia 2018, que ya había estado en el fútbol nacional con el Municipal Pérez Zeledón.
Pero, esa misma noche en Heredia, Marín dejó claro cómo iba a encarar el reto: mantendría la base del trabajo que se venía haciendo, e iría introduciendo algunos pequeños retoques en el camino. No era cuestión de borrón y cuenta nueva. Era más bien aprovechar lo que había.
En el camino, hubo complicaciones, por el tema de las lesiones, que en número quizá no estuvieron al nivel de los de Alajuelense, pero llegaron a ser hasta ocho en un mismo momento. Y cuando comenzaron los pequeños ajustes, no siempre el equipo respondió bien en la cancha.
Pero, hoy, San Carlos es campeón. Y eso no se lo quita nadie al equipo, a los jugadores, a la institución y, por supuesto, a Marín.
Para que tome nota Walter Centeno, Marín no descartó a medio equipo en el afán de que San Carlos jugara como a él le gusta. Y que tome nota, también, la dirigencia del Saprissa.
Por cierto, cambiaron a Vladimir Quesada porque no fue campeón en el Apertura 2018. ¿Aprendieron la lección, o ahora cambiarán a Centeno por no haber quedado campeón en el Clausura 2019?