Escuchaba a uno de los comentaristas de la cadena ESPN decir que el último equipo costarricense (o centroamericano) en superar a los poderosos clubes mexicanos en Concacaf había sido el Saprissa, que ganó el torneo de 2005 y compitió (sí, compitió; porque otros solo viajan) en el Mundial de Clubes de ese año. Incluso, mencionó que el último en llegar a una final de Concacaf fue el mismo cuadro morado, en 2008, instancia que perdió por la mínima ante el Pachuca, de México.
Pues bien, esos tiempos se han esfumado. Hoy el fútbol tico vive horas oscuras y amargas. Recuerdo cómo, no hace mucho, cuando a los clubes nacionales les tocaba enfrentarse a los de la MLS se frotaban las manos porque era casi boleto asegurado a la siguiente fase.
Hoy, lamentablemente, no somos capaces ni siquiera de empatar, como locales, con dos equipos estadounidenses en plena pretemporada, sin ritmo de competencia, algunos con muchos titulares menos.
“Las derrotas de Alajuelense y Saprissa, como locales, ante equipos de la MLS; el fracaso de la Olímpica en Guadalajara y la eliminación de Herediano por un equipo de Nicaragua son parte del descalabro del balompié nacional”
La Liga, el flamante campeón nacional, la escuadra que, prácticamente, domina a placer el torneo doméstico, perdió ante el Atlanta United. Claro, lo más fácil fue achacarle la derrota a un error (horror) del silbatero hondureño, que pitó un penal inexistente. Pero, ¿y la incapacidad de un cuadro que se cansó de desperdiciar goles frente al arco de un arquero novato, que ni siquiera estaba en los planes de su club para viajar al país?
¿Y el Saprissa? De eso ni hablar. Lo de los morados es lamentable. Roy Myers se ha encargado de transformar un equipo que hace un año fue campeón de Centroamérica en un adefesio sin orgullo ni vergüenza. La “S” no juega a nada, no tiene sistema, es un colador en defensa y ni siquiera remata a marco. En Cartago, registró tres disparos directos a portería. Contra el Philadelphia Union anduvo parecido. ¿Cómo se puede ganar así?
¿Hacia dónde vamos?
Ante esto, cabe preguntarse hacia dónde va el balompié nacional. Es muy probable que ni manudos ni morados logren acceder a la siguiente fase de Concacaf. La derrota como locales será una lápida muy pesada que, a la postre, les pasará factura y los dejará fuera del certamen.
A eso hay que sumar el reciente descalabro de la Selección Sub 23, en el preolímpico de Guadalajara, donde no pudo superar a un equipo de Estados Unidos que terminó cediendo su cartel de favorito ante un atrevido Honduras, que sí fue capaz de destrozar cualquier pronóstico previo.
Y el desenvolvimiento de la Tricolor absoluta, con un rendimiento pobre, sin resultados positivos y, prácticamente, sin evolución de juego, nos pone a pensar que las eliminatorias serán un camino lleno de sufrimiento y angustia.
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Igual sensación produce escuchar al presidente de la Federación Costarricense de Fútbol, Rodolfo Villalobos, decir que con un triunfo las cosas cambiarán o que no renuncia porque no es parte de su filosofía de vida.
O bien, ver al técnico de la “Sele”, Ronald González, y al director deportivo de selecciones nacionales, Carlos Watson, decir que todo va por buen camino. ¿Buen camino? ¿Buen camino hacia dónde? No puede ir bien un equipo que tiene un rendimiento del 29%, que no gana un partido hace 17 meses, que no muestra evolución de juego, que comete los mismos errores un día sí y otro también. No se puede decir que todo está bien, cuando todo está mal…
¿Para qué organizan una conferencia de prensa en la que, de antemano, se sabía que nada iba a pasar?. Decir que González seguía en el cargo, que a Douglas se le premió su eliminación con regresarlo al puesto de asistente de Ronald, y que Villalobos y Watson no renuncian porque “su filosofía de vida no se los permite”. Señores, por favor, no queremos más platos de babas ni tampoco más ridículos. Tengan un poco de dignidad y váyanse.
Luis Álvarez Chavarría es un periodista deportivo con más de 30 años de experiencia en medios de comunicación como el diario La República y Radio América. También ha laborado en la cobertura de otras temáticas para el diario La Nación, además de prestar servicios en oficinas de prensa de instituciones y empresas estatales.