Corro el riesgo de que se enoje el presidente del Saprissa, Juan Carlos Rojas, pero es que no encuentro otra palabra para calificar el actual momento que vive el club morado.
La goleada sufrida este miércoles, ante el Philadelphia Union, simplemente es la ratificación de la crisis en la que está sumergida la escuadra tibaseña.
No se puede tapar el sol con un dedo, como pretende el técnico Roy Myers al decir que la situación no califica para llamarla crisis. Después de 10 partidos sin ganar (ocho por el torneo local y dos por Concacaf), ¿cómo se puede denominar la pesadilla que vive el saprissismo?
Myers, quien en su primera etapa como estratega morado le dio a la institución el título número 29 y al torneo siguiente lo dejó en el penúltimo lugar (la peor clasificación de toda la historia), llegó de nuevo al banquillo morado en una decisión a todas luces ilógica. ¿Por qué? Si a usted lo quitan de un lugar porque su rendimiento laboral no es bueno, no deberían recontratarlo tiempo después. Bueno, en el fútbol nacional pasa a menudo. Pero más allá de eso, si le dieron el chance de nuevo, uno esperaría que, luego de 10 años de no dirigir en Primera División, Myers se hubiera capacitado y actualizado pero, por lo visto, si ocurrió, es muy mal estudiante o no sabe aplicar lo aprendido.
“Es hora de que los dueños del club tomen cartas en el asunto y frenen ya la caída en picada del equipo”
El otrora “Maravilloso” ha dirigido 13 partidos en esta nueva fase al frente del Saprissa. Solo ha ganado dos, empató siete y perdió cuatro (incluidos los dos encuentros de Concacaf). Su balance es apenas del 33% de rendimiento. En su primera etapa, sus números alcanzaron el 54%. Es decir, en lugar de evolucionar, retrocedió.
Todavía más preocupante es observar un equipo que es un desastre táctico; no sabe defender, ni tampoco atacar. No tiene equilibrio, ni ideas. En los últimos siete partidos solo marcó dos goles. Cabe resaltar que ante Cartaginés hizo tres remates directos a marco; frente al colero del certamen, Pérez Zeledón, sumó una cantidad similar. Ni se diga del papelón frente al Philadelphia Union, en cuyo juego de vuelta no hizo un solo remate a marco. ¿Así pretendían clasificar? ¿O es que solo fueron a pasear?
¿Y saben qué? Roy es entrenador de planta de la institución. Cuando termine este período con la primera volverá a las divisiones menores. Y pregunto, ¿qué le está enseñando un técnico con este precedente a los jóvenes? ¿Cómo puede estar en manos de Myers -y otros- el futuro futbolístico de la institución?
Y si la labor de Myers es digna de toda crítica, el papel de sus jugadores es más que censurable. No tengo pruebas, pero tampoco dudas de que, dentro del equipo, hay varios integrantes que no quieren jugar, literalmente. Se nota su apatía, los errores no disimulados. No puede ser que futbolistas que hace tres meses eran una maravilla de precisión en sus pases, hoy equivoquen todos sus servicios, por poner un ejemplo.
Falta liderazgo
La división a lo interno del camerino morado es evidente, se palpa a simple vista sin necesidad de estar dentro del grupo. ¿Han notado quiénes son las primeras variantes del técnico en los últimos partidos? Efectivamente, los jugadores más veteranos, los “pesos pesados”. Haga usted un repaso, salieron de cambio Bolaños, Barrantes, Torres, Angulo, Guzmán y siempre entraron novatos por ellos. ¿Qué mensaje se está enviando? Si el equipo está perdiendo, sacamos a los veteranos (¿castigo público?) y meto a los chiquillos (a exponerlos) para que salven el juego. Eso no debe caer nada bien, ni en unos ni en otros.
El problema es que pareciera que este camerino está tomado por algunos futbolistas (¿recuerdan lo que pasó con Alajuelense hace algunos años?) y ni el técnico tiene el carácter ni la personalidad para imponer su criterio -se nota en la cancha-, ni el gerente deportivo para corregir el rumbo y menos el presidente del club para tomar decisiones urgentes pues, cada vez que se asoman los malos resultados y los tiempos difíciles, Juan Carlos Rojas opta por hacer las del avestruz, meter la cabeza bajo tierra y esconderse por largos períodos.
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No es posible que las ocho goleadas que sufrió Saprissa durante la era de Walter Centeno no sirvieran como aprendizaje para reaccionar a tiempo. La dirigencia sigue durmiendo el sueño de los justos. ¿En cuál equipo del mundo se le perdonan al técnico 10 partidos sin ganar? En ninguno y menos si es el más ganador del país. Pero para la actual directiva saprissista no está pasando nada.
Finalmente, creo que la feligresía morada ha caído en un estado de conformismo pasmoso. Parece que ya no importan las derrotas, ya no interesan las descalificaciones, si despiden o no al técnico, si se contratan buenos o malos jugadores (algo que en tiempos pasados era inaceptable), si el presidente se esconde, si el gerente deportivo no habla, si nadie da explicaciones…
Este Saprissa es un barco a la deriva, sin rumbo, sin timón, sin capitanes. Este Saprissa es una vergüenza… con el perdón de don Juan Carlos quien, en lugar de estar exigiendo disculpas a periodistas por decir la verdad, debería disculparse primero por haber tenido el atrevimiento de aceptar un cargo para el cual, evidentemente, no está preparado, y segundo, por no renunciar, a pesar de esta cadena de fracasos y ridículos, tanto en el ámbito nacional como en el internacional.
Luis Álvarez Chavarría es un periodista deportivo con más de 30 años de experiencia en medios de comunicación como el diario La República y Radio América. También ha laborado en la cobertura de otras temáticas para el diario La Nación, además de prestar servicios en oficinas de prensa de instituciones y empresas estatales.