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En Saprissa sobra lengua y falta cerebro

Dicen que la lengua castiga. No sé si a ciertos personajes que hoy son parte del Deportivo Saprissa les importa o no; lo cierto es que los errores hay que señalarlos para que no se vuelvan a cometer. No sé, ni me interesa si lo toman en serio o no. Mi deber como comunicador es dar a conocer los hechos.

Parece que, en el club morado, el ambiente enrarecido y turbio por los malos resultados del primer equipo, han nublado la mente de varios de sus integrantes. Es curioso (o no tanto), pero quien debería mantener la prudencia y la sapiencia para saber cuándo y cómo expresarse, es el más propenso a salir con declaraciones que, sinceramente, no sé si son para reír o para llorar.

No puede ser que el presidente, Juan Carlos Rojas, en Radio Columbia, haya dicho esta semana lo siguiente: ”No podemos ganar todos los torneos; evidentemente, ningún equipo en el mundo puede ganarlo todo, pero está claro que debemos redoblar esfuerzos porque es un entorno muy competitivo y hay otros equipos que también hacen las cosas bien. Esto es lo bonito del fútbol, si un equipo ganara siempre todo sería muy aburrido”.

Precisamente, es esta última frase la que me dejó pasmado. Qué tan aburrido pudo haber sido para los aficionados de aquel glorioso Barcelona, dirigido por Pep Guardiola, ganar todo; literalmente todo. Me imagino que se aburrieron tanto que ni veían los partidos. Creo que era tanto el aburrimiento que muchos hasta pensaron en cambiarse de equipo.

O bien, los fanáticos del Bayern Munich deben de estar que se caen del aburrimiento al ver a esa máquina alemana destrozar a sus rivales, tanto en la Bundesliga como en la Champions League. Nombre, yo estaría que me caigo del aburrimiento. Solo ganar, ufff, qué pereza.

Y qué tal la torcida brasileña, que tuvo que soportar el aburrido jogo bonito de su selección en 1970, cuando ganó todos los partidos de ese Mundial y se anexó la Jules Rimet. Pobres, saben ustedes lo que es soportar el fastidio de derrotar a todos los rivales con un juego mágico y espectacular.

Vamos don Juan Carlos, yo creo que usted es un hombre inteligente para salir con una perlita de ese tipo. Y eso que no hablamos, pero lo haremos, de todas las barbaridades que están ocurriendo dentro del club; por ejemplo, con las divisiones menores. Ese será un enano de otro cuento para una próxima columna.

Contagiados

Si la cabeza de la institución comete este tipo de atrocidades, con qué autoridad moral se le puede pedir a otros de menor rango que no digan tonterías ni se burlen del aficionado, que es el que más sufre las derrotas del equipo de sus amores.

Qué pensar de las declaraciones de Christian Bolaños, el domingo pasado, luego de perder contra Grecia. El habilidoso volante se dejó decir que “Los que van a estar con nosotros, bienvenidos sean y los que no, pues que sigan criticando”, para añadir que, ahora, lo que vale es clasificar, dando por sentado, prácticamente, que el liderato ya se perdió. ¡A falta de diez fechas!
Primero, Bolaños se arroja el derecho de creer -como casi todos los futbolistas-, que quien no ha jugado futbol, no tiene derecho a opinar, porque no sabemos nada de patear una pelota. El problema es que un jugador de su talla debería guardar la compostura y no emprenderla contra la afición, esa a la que, en los momentos dulces, llaman la mejor y más fiel. Olvida, lo que es peor, que este tipo de declaraciones ofende a la institución que defiende.

En cuanto a lo del liderato, me confunde el hecho de que un futbolista del Saprissa tire la toalla tan rápido. No digo que alcanzar a Alajuelense no sea muy complicado, casi imposible, por el rendimiento dispar que exhibe uno y otro equipo, pero vamos, en Saprissa hay que salir a ganar todo, siempre. Recuerdo que, en 1982, la Liga le llevaba una considerable ventaja a los morados al arranque de la cuarta vuelta del campeonato. Al final, la presión morada fue tanta, que los capitalinos terminaron primeros y los manudos detrás. Esa convicción que existía en jugadores, directivos y afición no la encuentro en el actual Saprissa.

Finalmente, y no menos grave fue la imprudencia del técnico Roy Myers, quien hace pocos días, públicamente, se refirió a uno de sus jugadores y dijo que “no tiene facilidad de marca”. Imprudente, a todas luces. El fútbol maneja un código de que los trapos sucios se lavan en casa y Roy los ventiló a la luz.

Pienso entonces, con qué ánimo puede jugar un futbolista al que su propio entrenador crucifica delante de todos, no solo sus compañeros sino la afición y la prensa (que obviamente, aprovecha y machaca sobre la herida). Además, ¿no fue el propio Myers su entrenador en divisiones menores? ¿Por qué no le corrigió entonces los defectos? Y sus propios compañeros, ¿qué pensarán de un técnico que critica a uno de los suyos a la luz pública?

Definitivamente, pareciera que al Monstruo le creció la lengua, pero se le encogió el cerebro…

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