Se despejó la incógnita. La Federación Costarricense de Fútbol se decantó por el colombiano Luis Fernando Suárez como director técnico de la Selección Nacional rumbo a la Copa del Mundo Qatar 2022.
El cafetero tiene en su historial el haber clasificado a dos mundiales mayores. La primera vez con Ecuador, en 2006, cuando estuvo en el mismo grupo que la Tricolor, -que en ese momento era dirigida por Alexandre Guimaraes, paradójicamente el otro candidato con mayor fuerza para la Sele-. La otra fue con Honduras, en 2014.
Su conocimiento del área y de los rivales de la escuadra patria, más su fuerte personalidad, carácter y disciplina, hicieron que la comisión encargada del nombramiento no le diera más largas al asunto y se decidiera por el suramericano.
Lo difícil comienza ahora. Luis Fernando Suárez no cuenta con suficiente tiempo. Tiene poco más de 60 días para enfrentar su primera prueba eliminatoria, como visitante, ante Panamá, el 2 de setiembre. Como si no fuera poco, tres días después, recibirá a México, y el 8 de ese mes enfrentará a Jamaica.
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El colombiano deberá apurar el paso si quiere recuperar el terreno perdido que hoy tiene en franca desventaja a la Selección Nacional con respecto a sus rivales de la octogonal.
Previo a ese demencial inicio de eliminatoria, la Selección jugará la Copa Oro, entre el 10 de julio y el 1° de agosto. Es decir, Suárez debe realizar, a más tardar la próxima semana, su primera convocatoria que, me imagino, contará con la asesoría del director de Selecciones Nacionales, Carlos Watson.
Y aunque algunos consideran que esta participación no debería determinar nada en particular (al fin y al cabo, siempre nos va mal en este torneo), lo cierto es que, más allá de las frustrantes gestiones de Ronald González y Gustavo Matosas, urge recuperar la imagen internacional de la Tricolor, así como la conexión del cuatro patrio con la afición.
Por ello, un golpe de autoridad en el certamen regional sería muy saludable para el futuro del combinado nacional; amén de que puede comenzar a sentar las bases de la propuesta de Suárez.
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Por ahora, me parece que una de las principales tareas del nuevo seleccionador será reconstruir un camerino agotado y sin credibilidad, con escasa motivación y sin hambre de gloria. El tan mentado recambio generacional deberá esperar porque, de nuevo, no hay tiempo. Estamos a las puertas de la eliminatoria y pocos jugadores han levantado la mano con rendimiento para hacer pensar que ya la generación dorada de Brasil 2014 es sustituible.
Suárez, como buen conocedor del medio y de la materia prima que tiene, no se la va a jugar con desconocidos o novatos que, de entrada, pongan en peligro la clasificación al Mundial.
Veremos si esos a quienes muchos llaman intocables se acomodan a la disciplina férrea del cafetero, de quien se dice no negocia nada en torno a este tema, pues para él, el futbolista debe enfocarse al 100% en jugar y dejar de lado otros distractores.
Al final, es claro que Luis Fernando Suárez deberá correr contra el reloj, no tanto por culpa suya, sino por la incapacidad de una dirigencia que se equivocó dos veces en el nombramiento del seleccionador mayor y perdió tiempo valioso que, hoy, nos tiene un paso atrás en la competencia directa con nuestros rivales por el boleto al Campeonato Mundial.