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El proceso no es una mala palabra

Andrés Carevic, técnico de Liga Deportiva Alajuelense, a punto de iniciar su cuarto torneo en el banquillo.

La experiencia de Liga Deportiva Alajuelense con Andrés Carevic al mando del banquillo se podría comparar con la de una carrera de fondo, en la que hay que tener buena preparación física y generar reservas para llegar al final.

Tras dos etapas finales de fracaso, pues un equipo como Alajuelense está siempre obligado al título. La directiva y gerencia deportiva supieron mantener a Carevic pese a las tormentas que se le venían desde la afición y de las cuales la prensa daba buena cuenta.

Perder ante Herediano, equipo al que dominaron durante varios años; caer ante Saprissa, el archirrival histórico; fueron solo dos episodios en tan solo un semestre y que no aguanta cualquiera.

Sin embargo, cuando se apuesta a un proceso, cuando se tiene una idea clara, se consiguen los frutos que durante casi siete años estuvieron trabajando en las huestes rojinegras: esto es la ansiada corona 30.

Siendo un desconocido o un novato si se quiere, Andrés Carevic contó con el respaldo del presidente Fernando Ocampo, quien al llegar a Alajuelense había apostado primero, más bien por un entrenador de renombre y un experimentado como Benito Floro, ex técnico del Real Madrid. Esto trajo secuelas deportivas y económicas y puso a tambalear la administración que se preparaba para celebrar el primer siglo del “equipo de la gente”.

Lejos de las luces, Carevic fue labrando su propio nombre, con rendimientos de campeón en cada torneo que disputó, pero al que le faltaba poner la cereza en el pastel.

Fue hasta el año de la pandemia, al cierre del 2020, cuando Carevic supo manejar la presión y sacudirse de siete años de espera, de la presión de no ganar finales, de la celebración centenaria de una institución que urgía del título.

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