Los tres principales torneos de fútbol de nuestro país están en marcha. Las respectivas dirigencias se han esmerado en conseguir las aprobaciones por parte de las autoridades del Ministerio de Salud para ello.
Así, el campeonato de primera división masculino, la Liga de Ascenso y el campeonato de primera división femenino están en desarrollo en medio de la pandemia por el COVID-19.
Eso habla bien de los esfuerzos que han hecho los dirigentes por volver a la actividad, aunque sea bajo circunstancias especiales.
Pero, en cada liga son notables algunos detalles, a nivel de todo el torneo o a nivel de equipos específicos, que son signos negativos frente a los que, lastimosamente, esos mismos dirigentes se hacen de la vista gorda. No les interesan.
En el Deportivo Saprissa, por ejemplo, sacan pecho con las oportunidades que le están dando a algunos de sus jóvenes jugadores. Sin embargo, es muy desagradable la discriminación con que los tratan. El torneo comenzó hace un mes, y en el conjunto morado nadie se ha tomado la molestia de identificar a esos jóvenes en sus camisetas, como ocurre con todos los otros integrantes del plantel.
En la Liga de Ascenso, comenzaron el torneo sin definir realmente cuáles eran todos los equipos participantes. En el arranque, había dos plazas en veremos.
Pero, además, tienen a Golfito jugando en San José, mientras hemos visto a Cariari, por ejemplo, jugando como local en San Ramón. Es importante sacar el torneo. Pero, la distribución de sedes debió ser más equilibrada.
Siempre en el Ascenso, es curioso, pero sigue esa extraña práctica de tener equipos jugando con un nombre que no se corresponde con lo que son en la práctica. Tenemos un Municipal San Ramón, que a nivel formal es en realidad Asociación Deportiva Cartagena, de Santa Cruz de Guanacaste. Y, también, una Liga Deportiva Alajuelense que formalmente es Juventud Escazuceña, y un Marineros, que es Club de Fútbol de la UCR.
