Esta semana se movió el acontecer deportivo. El lunes se conoció la renuncia del joven Manfred Ugalde a la Selección Nacional.
La decisión del jugador de Twente de Países Bajos cayó como una bomba en el ambiente futbolístico nacional. Algunos apoyaron la acción del delantero; otros lo criticaron. Según palabras de Ugalde, mientras Luis Fernando Suárez sea el técnico de la Tricolor, él no jugará con la escuadra patria.
Aquí hay dos situaciones claras. La primera, Suárez se equivocó -una vez más y ya son muchas en poco tiempo- en exponer al futbolista en público. Cualquier reclamo, crítica, regaño o consejo que tuviera que decir, debió hacerlo directamente con Manfred y en privado, o al interior del grupo. Nunca, por nada del mundo, se ventilan esas cosas por medio de la prensa. No es ético y quebranta uno de los principios básicos de un camerino.
Segundo, si bien la actitud de Ugalde pudiera parecer apresurada y hepática, me parece que no deja de tener razón. Que pudo conversar, dialogar, quejarse con los federativos, con Carlos Watson o vaya usted a saber con quién, es cierto. Pero bueno, a lo mejor el muchacho está siendo mal asesorado o no lo consideró pertinente.
Me parece que también Suárez está mal aconsejado. No sé si por Watson o por sus asistentes, pero parece ilógico descartar a un futbolista por su tamaño y contextura física, cuando ese jugador se enfrenta todas las semanas con defensores europeos de 1.90 m de estatura en promedio. Hoy lo hace en la Eredivisie, ayer lo hizo en Bélgica y marcó más de una docena de goles que lo catapultaron al balompié tulipán.
Creo que esto podría zanjarse con buena voluntad de ambas partes. Algunos creen que Manfred no hace falta en la Selección, otros afirman que la Tricolor no le hace falta a Ugalde. Ambos, creo, están equivocados.
El exmorado milita en Europa y en una liga de buen nivel. La Selección carece de hombres gol. Por simple deducción ambos se necesitan. Lo que el seleccionador debería ver es cómo diseña un sistema en el que Ugalde sea efectivo, como lo fue en Saprissa, en Bélgica y ahora en el Twente. Es muy fácil “pasearse” en un jugador sin siquiera tratar de que se sienta cómodo para que pueda rendir.
Ridículo y despedida
La otra noticia de la semana es, sin duda, la eliminación de Liga Deportiva Alajuelense, de la Liga CONCACAF, frente al Guastatoya, de Guatemala.
El calificativo de ridículo viene porque los manudos, con un equipo de ensueño, con sus recientes fichajes de lujo, Celso Borges y Gabriel Torres, con una ventaja de 2-0 y contra el último lugar del balompié más malo de la región, perdieron la ventaja de dos goles viendo cómo se les esfumaba la clasificación a la siguiente ronda.
Más aún, esa ronda sería la de semifinales del torneo porque a los rojinegros les tocaba enfrentarse al ganador del duelo entre el Inter Moengotapoe, de Surinam, y Olimpia, de Honduras. Pero debido a la acción del vicepresidente surinamés de repartir billetes en el vestuario catracho, ambos clubes fueron descalificados de la competencia. O sea, la Liga tenía el camino despejado a semifinales.
No puede ser que un cuadro como Alajuelense, con una planilla de lujo, enfrente con tal displicencia a un rival. Basta ver la acción en que Marcel Hernández parte solo, enfrenta al portero chapín y con un gesto, casi como si estuviera en una práctica, pierde el balón y desperdicia lo que en ese momento era el potencial tercer gol de su equipo.
Las redes sociales explotaron contra el técnico Luis Marín luego del juego. Es cierto que tiene su cuota de responsabilidad, pero también son culpables los jugadores. Incluso, el gerente Agustín Lleida lleva su vela en el entierro porque, aunque su gestión como negociador ha sido fabulosa (los fichajes que ha llevado son indiscutibles), los resultados siguen sin aparecer.
Y, curiosamente, a otros gerentes deportivos rojinegros los han despedido por menos. Le ocurrió a Fernando Colombo y luego a Javier Delgado. Veremos cuánto aguanta el español.
Luis Álvarez Chavarría es un periodista deportivo con más de 30 años de experiencia en medios de comunicación como el diario La República y Radio América. También ha laborado en la cobertura de otras temáticas para el diario La Nación, además de prestar servicios en oficinas de prensa de instituciones y empresas estatales.