He escuchado en los últimos días que Saprissa necesita una especie de mesías o mecenas que invierta dinero para que puedan tener un Centro de Alto Rendimiento, un hotel de lujo para jugadores en formación y un respaldo fuerte para emprender una serie de trabajos en el plano deportivo y administrativo.
Ya Saprissa lo ha tenido cuando llegó Jorge Vergara (q.d.D.g.). Ya los tiene, diría, con un grupo de fuertes empresarios que dirigen y tienen la mayoría accionaria de la institución desde que compraron el equipo al dirigente mexicano.
A mi criterio, sin embargo, ha faltado algo de dirección, de dar un golpe en la mesa, de fijar objetivos claros.
Vergara fue un auténtico Mesías que llevó a Saprissa, incluso, a ser el tercer mejor equipo del mundo, cuando se ganó ese derecho en el Mundial de Clubes. Horizonte Morado empezó muy bien, si bien lo deportivo ha sido más irregular.
Podríamos contar errores, de una y otra institución, no significa que todo sea perfecto en Alajuelense, pero va más allá de un mecenas o un mesías.
El disco está rayado ya: ¡planificación, procesos! Esto es lo que ocupa Saprissa. Definir perfiles de técnicos, de juego, volver a apostar por las ligas menores.
Sin embargo, repito, esto es algo que pasa en uno y otro club, las instituciones nacionales más se han dedicado a ver que un jugador medio juegue bien para buscar venderlo en al menos 500 mil dólares. Es un negocio claro. Pero al mismo tiempo, si esto no se consolida, el mismo negocio tiende a caerse.
La otra parte sería revisar modelos de inversión. Lo podemos ver incluso con Herediano, al cual le ha alcanzado hasta para construir un nuevo estadio, proceso que ilusiona no solo al club florense, si no a todo el fútbol nacional que necesita infraestructura de calidad.
A Saprissa es evidente que la pandemia lo ha golpeado, pues era uno de los clubes, cuando Horizonte Morado asumió la administración, que mejores ingresos obtenía por taquillas. Sin embargo, sabemos que las taquillas no pueden ser el modelo de negocio, aunque repito, lo fue para el Saprissa.
Muchas son las voces moradas de antaño que hablan de pérdida de identidad, de una administración cerrada (bueno, son sociedad anónima, a diferencia de Alajuelense) y de que han perdido el norte de las auténticas raíces del club.
Lo cierto es que sí se nota esa falta de dirección que he señalado. Más allá de un mecenas o un mesías, Saprissa requiere ciertamente definir un esquema deportivo que lo devuelva a ser el club que marcó la pauta en diferentes niveles en el fútbol nacional, desde que apareció en Primera División, iniciando la década de 1950.
No le caería mal a Horizonte Morado rodearse de saprissistas de hueso colorado, darles voz a esos que se han alejado. Esto también pasó en la era Vergara, muchos morados de raíces fuertes se fueron o no tenían voz, quizás por el modelo que tienen, repito de entidad privada o privatizada en lo administrativo.
Hace muchos años, precisamente cuando llegó Vergara, hice un reportaje en el entonces Decano de la Prensa Nacional, La Prensa Libre, que titulé: “¡El Saprissa que ya no es!”. No solo porque el modelo del club en nada se parecía al espíritu de modelo nacido en una zapatería y la mística que siempre impregnó don Ricardo y una serie de notables dirigentes; si no porque se alejaron de una serie de valores, que, entre otras cosas, privilegiaban por sobre todo, las ligas menores.
Una vez, sin embargo, hubo un dirigente, Enrique Artiñano, quizás para muchos un soñador, para mí un avanzado de la época, que quiso construir una Ciudad Deportiva… con escuelas, con canchas, con habitaciones… hasta una Casa Club tuvo para el equipo. Rencillas dirigenciales (ahí está la historia) impidieron que esos sueños se plasmaran a mediados de los noventas.
Hoy Saprissa necesita soñar de nuevo… para salir de un letargo que no tiene contentos a sus aficionados, más allá de que sean los actuales campeones… hay algo que falta. Los clubes rivales les ganan en fichajes, en proyectos… hasta en mística y sueños.
Gerardo Mora Pana es un periodista con más de 20 años de experiencia en medios de comunicación de Costa Rica. Se desempeñó en el desaparecido diario La Prensa Libre y en la edición local de la revista El Gráfico. Actualmente, es el director de Radio Santa Clara, de la red de medios de comunicación de la Iglesia Católica.