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Seguimos improvisando en nuestro fútbol, 2.0

Hace unas semanas comenté que la llegada de Mauricio Wright como técnico saprissista, ya de manera “estable” y no por unos juegos, es muestra de la improvisación en nuestro fútbol.

Es decir, la cuestión, en resumen, es que probablemente si Wright no gana el título con Saprissa, nadie se hubiera enojado, se habría ido para la casa, y Saprissa hubiera apostado por otro técnico, probablemente extranjero.

Pero, la facilidad de decidir por el resultado, la poca planificación y el desinterés por analizar a profundidad, hace que sigamos viendo decisiones que, con el paso del tiempo, no son las mejores para cambiar de manera definitiva el rumbo de nuestro fútbol, acostumbrado al reciclaje de técnicos. Parece, simplemente, que los técnicos, como los jugadores, solo se cambian de banquillo; saben que dejan hoy un club, y al levantarse al otro día o antes de que acabe el mismo, simplemente se van al nuevo estadio en que trabajarán.

Algo peligrosamente parecido ocurre en Alajuelense. Hemos alabado el proceso que han querido emprender, a nivel deportivo y que incluye un ambicioso plan de infraestructura. Parece que hay una idea clara de a dónde se quiere llegar con la planificación que han realizado.

Hemos comentado en otros momentos e instancias que el proceso no es de una persona determinada, no corresponde ponerle apellido al plan de una institución. El proceso es de la entidad, en este caso Alajuelense. No importa si Lleida está al frente de las decisiones deportivas o si Carevic ya no es el técnico. Si la institución planificó a 5 u 8 años, sabemos que los resultados, situaciones de vida, y un sin número de razones, hacen que las personas puedan cambiar. Es más, sería sano que esto ocurra para refrescar estructuras.

No vamos a cuestionar la salida de Carevic, a quien, se le mantuvo en el cargo por casi dos años y medio. Algo raro en nuestro fútbol. Algo muy osado. El no cazar tantos títulos como pudo ganar, pienso que es el fondo de su salida. La regularidad en el torneo, el estilo de juego, el avance del club y la vuelta a un título nacional tras siete años, nadie lo reclama. Un rendimiento del casi 70% en Alajuelense, habla bien del técnico, que no dudo dará el salto a otra latitud tras hacer carrera en Costa Rica.

Pero, algo se rompió en el camerino. Parece claro que se resquebrajó cierto manejo a lo interno de la institución. Como diría José José, el amor acaba, y en este caso, creo el ciclo de Carevic acabó.

La decisión difícil es el remplazo de Carevic. Volvemos a señalar y soy insistente en esto: el estilo de juego que Alajuelense quiere implantar, el proceso que tanto se ha cacareado, puede quedar en nada dependiendo del técnico que pongan en el banquillo.

Haber apostado por un técnico nuevo para el ambiente, como Carevic, no significaba que tuvieran que traer un técnico también nuevo para el ambiente; pero sí debería haber ciertas características en aras de consolidar un proceso. Esto es, un técnico con experiencia comprobada, un ganador (recordemos que, a nivel de títulos, este fue el talón de Aquiles de Carevic), y alguien que necesariamente comulgue con Lleida, quien es el amo y señor de lo deportivo en Alajuelense (esta comunión se daba con Carevic).

• A ver: quitar a un técnico como Carevic, que duró dos años y medio y tener reemplazo en menos de 48 horas no es serio. O mejor dicho, no nos están diciendo toda la verdad.

Por ello, la llegada de Luis Marín no deja de ser una apuesta improvisada. Luego hablaré (si alcanza suficiente tiempo al frente de los manudos de que lo consideré en su momento el técnico natural de Alajuelense). Hoy me concentro en la rapidez de la decisión de cambiar a Carevic.

A ver: quitar a un técnico como Carevic, que duró dos años y medio y tener reemplazo en menos de 48 horas no es serio. O mejor dicho, no nos están diciendo toda la verdad. Es como que se me acabe la bolsa de azúcar para el café y simplemente voy a la esquina a comprar el dulce de la marca que sea.

Segundo: si Carevic se va porque se le cobra la escasez de títulos en su era; deben fijarse bien que Marín perdió ante Saprissa la final anterior. Entonces, como que algo no calza. Se va un técnico que no alcanza el título, pero llega uno que lo dejó ir en una serie de 180 minutos.

Tercero: ya hablamos de Marín y su queja de que hay decisiones en el fútbol nacional que dan al traste con los procesos. Decisiones en las que los técnicos son culpables. Solo recapitulo, Marín dejó al Santos en las primeras jornadas del torneo pasado para cambiarse una tarde la camiseta y ponerse la rojiamarilla. Luego se molesta porque pierde la final y no lo mantienen en el cargo.

Cuarto: Si querían dejar a Carevic fuera del banquillo, lo lógico era que le dieran la oportunidad al nuevo técnico para que hiciera pretemporada, pero no; tras 270 minutos de juego en el nuevo campeonato, se acaba la era del entrenador.

Quinto: Marín cumple un sueño de llegar a Alajuelense; se le vende como el jugador más exitoso de los manudos. Afirma que está acostumbrado a trabajar y otra serie de cosas que se repiten cuando inicia la luna de miel entre un técnico y un club. Eso no tiene nada de malo. Lo que habrá que revisar, aunque Lleida alabe la experiencia e identidad manuda de Marín, es si con el paso del tiempo, se amolda al dichoso proceso manudo, o bien, habrá que ver si este proceso cambia de rumbo.

Sexto: No deja de ser curioso que contraten a Marín por un año. Es decir, el cortoplacismo de “probemos a ver cómo nos va” tampoco me calza en tan ambicioso plan de este pequeño mundo llamado fútbol.

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