Luego de que Roy Myers dejara la dirección técnica del Deportivo Saprissa en el torneo anterior, la junta directiva de este equipo se lanzó a la carrera de buscar un reemplazo que terminara un torneo destinado a perderse, con momentos realmente bochornosos para la historia de la institución que recién cumplió 86 años.
Fue tal el grado de improvisación que, en un mismo día, en conferencia de prensa vista por todo el mundo, se nombraron dos técnicos: Marco Herrera y Mauricio Wright.
Al final, en medio de la confusión y desolación, Wright quedó como técnico titular y la historia ya todos la conocemos: Saprissa alzó un nuevo título, para consolidarse como el club más ganador de la historia de nuestro fútbol.
Si bien, hemos hablado de la capacidad de Wright, que ya había sido campeón con Brujas hace más de una década, y de su paso por varios equipos de Centroamérica, su llegada era como apaga fuegos, para terminar un torneo.
• Lejos de cualquier duda razonable, la realidad es que la improvisación sigue apoderándose de nuestro alicaído fútbol. El cortoplacismo, más que demostrado, es la receta favorita de dirigencia, técnicos y jugadores.
Desde luego, un título genera todas las dudas, positivas y hasta negativas, sobre si el técnico campeón debe irse del club o quedarse, para repetir la historia.
Digamos que la pregunta sería lógica. Si en pocos días construyó un título, ¿qué haría si tiene pretemporada y todo un campeonato por delante?
Sin embargo, lejos de cualquier duda razonable, la realidad es que la improvisación sigue apoderándose de nuestro alicaído fútbol. El cortoplacismo, más que demostrado, es la receta favorita de dirigencia, técnicos y jugadores.
No importa cómo se consigue un resultado, lo importante es alcanzarlo. No importa si el torneo fue pésimo si en una suerte de “muertes súbitas” se alcanza el título, porque el sistema así lo permite. No importa. No valen los procesos. Vale que Mauricio Wright alcanzó el título y hay que dejarlo.
Es decir, la lógica indicaría que si no ganaba el título, el destino era simplemente el de irse por la puerta de atrás, tras terminar de apagar el incendio, pues nadie en sus cinco sentidos podría pedirle o exigirle el campeonato.
Entonces, queda claro que se elige el técnico del equipo más ganador del país porque sí, porque a la dirigencia le dio la gana, porque no hay un proyecto que se pensara a futuro en todos sus elementos… porque el resultado permitió la sonrisa al final de un campeonato para olvidar.
Si la mentalidad sigue siendo esta misma son pocas las esperanzas para nuevo torneo, o para transformar nuestro fútbol a mediano y largo plazo.
Ojo que no digo que Mauricio Wright no tenga la capacidad de ser técnico de Saprissa. Creo que la tiene, pero su propio destino está marcado por la mala cabeza dirigencial, la cual, aparte de equivocarse en la conferencia de prensa para decir que era el técnico titular, es la misma que con cabeza caliente lo podrá quitar si pierde un clásico, si es goleado o si no alcanza un nuevo título.
Más allá de capacidad, hablamos de que no hay planes, proyectos ni pensamientos a largo plazo.
Salvo lo que Alajuelense sigue decidiendo sobre Andrés Carevic, más allá de los resultados obtenidos, aquí se abre un horizonte lleno de esperanza, respecto a lo que es formar un proceso a mediano y largo plazo. Después podremos hablar más de esto que hace la Liga que es una gota en el océano del fútbol costarricense, pero que, sin duda alguna, se sale de ese mismo océano para mostrar algo diferente.
Gerardo Mora Pana es un periodista con más de 20 años de experiencia en medios de comunicación de Costa Rica. Se desempeñó en el desaparecido diario La Prensa Libre y en la edición local de la revista El Gráfico. Actualmente, es el director de Radio Santa Clara, de la red de medios de comunicación de la Iglesia Católica.