Indiscutiblemente es meritorio para el seleccionador, Luis Fernando Suárez, el rendimiento alcanzado por la Selección Nacional de Fútbol Mayor Masculino de Costa Rica en la segunda vuelta de la eliminatoria rumbo a Qatar 2022.
Supo aguantar el aguacero que se le venía encima; supo reponerse al tiempo perdido en la Federación y supo escuchar a la comisión que se creó de emergencia y en la cual destaco a Jafet Soto (pero este tema lo ampliaré en una próxima columna; es solo un aviso para el director de este medio, Reinaldo Lewis, del por qué Soto le hace mucho bien a nuestro balompié).
Lo importante es que el resultado de la octagonal, aunque nos deja con medio boleto, da cuenta de que si algunas decisiones se hubieran tomado a tiempo, no estaríamos aún con la incertidumbre de ir al Mundial.
Suárez, como lo dijimos en su momento, era un técnico idóneo, que llegó de forma tardía al barco tricolor.
Luis Fernando Suárez no es ningún novato; tiene dos mundiales a cuestas, con Ecuador y con Honduras, y solo ese colmillo le permitió sostenerse aún en el momento más oscuro de la eliminatoria, incluso cuando jugadores renunciaron o algunos decían que la Sele era una pulpería…
Hubo momentos en que muchos no creíamos que se lograra el objetivo de llegar, al menos, al cuarto lugar; lo cierto es que el rendimiento de la segunda vuelta fue mejor de lo esperado y equiparable al buen ritmo que marcó Canadá en la primera vuelta.
Otros factores no tienen discusión: los Navas, Ruiz y Borges han sido, son y serán fundamentales en la actual Selección.
Como dijo el técnico en la conferencia de prensa del martes 29 de marzo, sobre ellos: “entran a la cancha y hacen la diferencia”.
Pocos jugadores en Costa Rica pueden decir que hacen la diferencia, pero estamos claros que sin esa trilogía hace rato estaríamos eliminados. Es más, desde el juego 1 en que empatamos en Panamá, cuando Navas fue providencial para mantener un punto en ese partido, desde ese instante, sin Navas, esta eliminatoria hubiera sido historia…
Igual de vital fue el gol marcado por Borges en el Nacional, que nos metió a la cuarta casilla y que quitó un extenso invicto a Canadá.
Por supuesto que en esta lista hay que meter a Campbell…. Luego hablaré de otras piezas.
Lo cierto también es que, a pesar del aporte de algunas figuras nuevas, sigue habiendo carencia del recambio generacional. Ya lo dije en una columna anterior: ¿qué pasará luego de Qatar?
Es cierto también que el torneo nacional ocupa bisturí, porque ha habido varios acomodos con el fin de implementar el plan de emergencias para ayudar a la Sele. Una calendarización y formato más acorde, no haría necesario tanto cambio de fechas y formas de definir a un campeón.
Aún falta… de aquí al juego del repechaje hay unos dos meses aproximadamente; hay que marcar la diferencia con micro ciclos, con buenos fogueos… con decisiones para darle a la Selección lo que se requiere para alcanzar el boleto.
Aún no se ha clasificado… y estoy seguro que la dirigencia sabe muy bien que el botín económico por clasificar puede hacer también la diferencia… pero, no es en lo único que tenemos que ser diferentes.
Aún clasificando, se ocupa de un cambio de mentalidad para tener mejores torneos locales, para competir a nivel de Concacaf, una Sele más competitiva, infraestructura de calidad, jugadores jóvenes que apunten a la excelencia… entre otras cosas.