El anuncio del lunes 8 de agosto, de la renovación de Luis Fernando Suárez, como seleccionador nacional, es un aliciente en medio de la monotonía del balompié nacional. Su continuidad es muestra de que se puede apostar por algo más que solo ir a un Mundial; es muestra de que se quiere hacer un proceso de cara a una Copa Mundo a un plazo más allá de meses o semanas…
Por supuesto, la firma que estampó Suárez no es garantía de nada. Bien sea que nuestra dirigencia cambie de parecer a medio camino, o apenas termine el Mundial de Qatar o que el mismo técnico decida luego cambiar de rumbo.
Sin embargo, se ha anunciado que ya inicia el camino hacia el Mundial 2026. Eso de verdad genera esperanza y alegría. Genera expectativas. Se habla de que don Luis Fernando Suárez ya conoce cuáles son los jóvenes que pueden hacer el recambio generacional. No hay duda de eso. El panorama es muy distinto al que Suárez encontró cuando arribó al país.
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Suárez se mostró “feliz, feliz”, como él mismo lo dijo. Se siente cómodo en Costa Rica. Creo que sabe que, si con poco hizo magia, con más podría generar todavía mejores resultados.
Hay mérito del presidente federativo, Rodolfo Villalobos; y, hay mérito de Suárez en esta renovación. Parece que las estrellas se alinean para emprender un camino diferente en la Federación y en nuestro balompié.
Si Luis Fernando Suárez en pocos días pudo acomodar las piezas para lograr un boleto que se pensaba perdido, con meses y años, dada su estatura como entrenador, podría forjar una nueva era en la Selección.
Pero, la renovación de Suárez no basta. Ya hace algunos días un sector de la prensa decía que no era conveniente que Suárez firmara antes de conocer los resultados del Mundial en Qatar. Y ojo, tiene razón ese sector.
En Costa Rica, un sector de la prensa y un sector de la dirigencia, y también jugadores y técnicos, crucificarán a Suárez si a la Selección le va mal en el Mundial. Ya nos ha pasado.
Recuerdo el camino hacia Alemania 2006, cuando estaban dadas las condiciones a nivel federativo, para que Alexandre Guimaraes, tras ese Mundial, hiciera un proceso hacia Sudáfrica 2010.
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Hay que recordar que Guima clasificó a Costa Rica a la Copa Mundo 2006, tras rescatar una eliminatoria que en el inicio dejó en alitas de cucaracha la clasificación. Aún así, con conocimiento y buen tino, aún con jornadas por celebrarse, la Sele amarró su segunda clasificación de manera consecutiva. El mismo Guimaraes nos había clasificado en 2002.
Sin embargo, en un afán de que Costa Rica tiene que ser campeón del mundo solo porque sí, Guimaraes terminó crucificado en pleno Mundial, al no poder amarrar, al menos, la clasificación a la segunda fase. Los sueños de proceso se esfumaron, como también se esfumaron las posibilidades de ver a Guima nuevamente en la Sele. Aún queda mucho resentimiento entre dirigencia, prensa… y desde luego afición, que consumió los ataques que se daban contra Guimaraes, mañana, tarde y noche durante ese Mundial (y aún hoy).
Si algo falta a la cultura de nuestro fútbol es madurez. Si creemos que Luis Fernando Suárez no puede llevar adelante el proceso del siguiente Mundial si algo sale mal en Qatar, empezaríamos muy mal la relación que esperamos sea larga y fructífera.
Es más, si la condición es que Costa Rica debe clasificar a la otra fase, es mejor que Suárez no vaya al Mundial en Qatar.
Nada garantiza un buen proceso así seamos campeones del mundo en Qatar; así tampoco, nada asegura que si hacemos un mal Mundial, no podamos tener un excelente proceso hacia un Mundial que será en nuestra zona.
Lo que ha hecho Suárez es valiente, al igual que lo ha hecho la dirigencia de la Fedefútbol. Esperemos que eso permita ir cambiando nuestra cultura.
Gerardo Mora Pana es un periodista con más de 20 años de experiencia en medios de comunicación de Costa Rica. Se desempeñó en el desaparecido diario La Prensa Libre y en la edición local de la revista El Gráfico. Actualmente, es el director de Radio Santa Clara, de la red de medios de comunicación de la Iglesia Católica.