Continuamos con la segunda parte de los mitos del fútbol tico. ¿Por qué los llamo así? Dice la Real Academia Española que mito es, en su primera acepción, una “narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico”.
La semana anterior nos quedamos con el mito de Italia 90’. Esa década, sin embargo, es una de las más complejas para nuestro fútbol: tras el verano italiano, no volvimos a un Mundial Mayor en las dos siguientes ediciones.
Muchos desencantos se vivieron en los 90’, al punto que por las decisiones a nivel dirigencial, nuestro fútbol estuvo a escasos minutos de ser castigado por la FIFA. Ya habrá tiempo para hablar de eso en otro momento.
Sigamos con los mitos. Los hombres de “Bora” Milutinovic opacaron por décadas cualquier intento de Selección Mayor por hacer algo bueno.
Incluso, cuando volvimos a un Mundial, logrando récord de puntos, siendo primeros de área, alcanzando incluso el premio de FIFA de ser la “Selección de Mayor progreso” en 2001, no bastó para un gran sector de la prensa, ni para la afición, ni para la dirigencia.
El “aztecazo” que propinó Costa Rica de la mano de “Guima” como técnico, significaba entonces que México sufría su primera derrota en un juego oficial en el Estadio Azteca. Pero, eso quedó como mito y por debajo del verano italiano.
Sin embargo, ir al Mundial del 2002, con grandes hazañas en la eliminatoria, con un partido en Corea-Japón, ante Brasil, también calificado como uno de los grandes juegos por FIFA, hizo reventar en cólera a muchos sectores, impidiendo que se diera continuidad a un proceso. El mito de Italia 90’ pesaba sobre cualquier esfuerzo que pudo haber hecho esta Selección o cualquiera otra.
No significa que hay que conformarse con la eliminación en primera fase, significa que por el mito del 90’, no es obligación que Costa Rica tenga que clasificar siempre a segunda ronda.
Esa época dorada de inicios de 2000, que se mantuvo por varios años, en lo que a mi criterio es la mejor época del balompié nacional, hasta más o menos el 2009… significó volver a una Olimpiada en 2004; significó grandes gestas en mundiales infantiles e, incluso, en 2009, que una Selección Juvenil llegara a semifinales de la mano de Rónald González. Este último es otro mito, incluso de los mitos más grandes.
Lo malo con estos mitos (me queda la tercera parte de ellos) es lo que ya mencioné: por mucho tiempo la generación del 90’ tenía un peso sobre sus hombros como las figuras más connotadas de nuestro fútbol. Cualquier otro triunfo no valía. Cualquier idea de proceso no tendría cabida.
Por estos mitos, muchos errores más se cometieron, porque se pensó que ir a un Mundial a ganar a cualquier selección europea era pan comido; o que ir a octavos de final de cualquier mundial, era una obligación. Es algo así como el mito mexicano de que deben de llegar al quinto partido en un Mundial Mayor.
Después hablamos de recursos y condiciones, de exigencias y metas. Acá el punto es que nuestro fútbol se ha dejado envolver por ilusiones no siempre bien sustentadas que dan al traste con cualquier futuro sostenible.
Han venido grandes técnicos de muchas partes del mundo. La gran mayoría han fracasado; precisamente porque el mito de Italia 90’, puso a Costa Rica en el orbe futbolístico; porque la Costa Rica que ganó a Italia en la Olimpiada de 1984 fue inscrita con letras de oro… y de manera imborrable. Muchos técnicos llegaron al país creyendo que todo sería fácil… hasta que se toparon con cierto entorno, como lo diría Francisco “Pacho” Maturana, una de las grandes luminarias del balompié sudamericano.
Las grandes gestas del fútbol nacional caben en una mano si las contáramos. Y hacia eso vamos en la próxima columna para contarlas en medio de la que creo es la peor época de nuestro balompié en toda su historia. Sí, hablo de la actual… y tenemos ya varios años en un bache que será difícil de superar.
Gerardo Mora Pana es un periodista con más de 20 años de experiencia en medios de comunicación de Costa Rica. Se desempeñó en el desaparecido diario La Prensa Libre y en la edición local de la revista El Gráfico. Actualmente, es el director de Radio Santa Clara, de la red de medios de comunicación de la Iglesia Católica.