Si en algo nos hemos vuelto especialistas en el fútbol costarricense es en elaborar mitos y creernos esos mitos, cual si fuéramos el mejor balompié del mundo, o al menos uno que se encuentra entre los primeros diez del mundo con la obligación de ganarle a cuanto rival aparezca, lucir en la cancha, clasificar a todos los mundiales, y mínimo aparecer sembrados en cuartos de final.
Crecí, por ejemplo, con el mito de los “Chaparritos de oro”, siendo una generación que marcó época, con grandes figuras que fueron leyenda en nuestro país. A algunos de esos jugadores los pude entrevistar para que me contaran las hazañas. Y no está mal, muy respetable esa época dorada de jugadores que fueron referentes, más o menos hasta la década de los 80’, pero que nunca pudieron ir al concierto internacional de las grandes competencias: ni olimpiadas, ni mundiales…
Posteriormente, recuerdo la gran Costa Rica que le ganó a Italia en las Olimpiadas de 1984. Fue todo un mito. Hazaña más grande nunca hubo. Empezaba a surgir una generación de nuestro fútbol que además de olimpiadas de la mano del español Antonio Moyano Reyna, se rozaba ya en mundiales menores… hasta llegar a los conocidos “Carasucias”. ¿Quién no los admiró? Todo un trabajo de hormiga, en alusión a Juan José Gámez, uno de los grandes D.T. de nuestro balompié. Conste, todo este trabajo fue espectacular para ir posicionando a nuestro fútbol en una vitrina en la que nunca había estado…
Muy rápido en el tiempo, llegamos a nuestro primer Mundial Mayor en el verano italiano. Mucho se dijo y aún se dice, que clasificamos porque México no podía competir en la eliminatoria de entonces. Eso, al final es anécdota y parte del mito: Costa Rica fue al Mundial y logró, antes que México que ya tenía varios mundiales a cuestas, triunfar en Europa en un Mundial.
La “Sele” de “Bora” como siempre quedará grabado con letras de oro, ganó a Escocia, ganó a Suecia, apenas perdió 1-0 ante Brasil… y bueno ya en octavos de final, se perdió ante la extinta Checoslovaquia. Sí, en octavos de final, toda una hazaña impensable para un fútbol nada profesional hasta entonces, lleno de limitaciones.
Pero, vean qué rápido… desaparecieron los “Chaparritos de oro”; atrás quedaron los triunfos ante Italia en una olimpiada y lo que los “Carasucias” hicieron en 1989.
Tras Italia 90, Costa Rica empezó a “profesionalizarse” (palabra que tiene muchas connotaciones y que luego veremos si llegó a cumplirse). Creímos que iríamos entonces a todos los mundiales y más aún que clasificaríamos a octavos de final.
La década del 90’, sin embargo, fue una década de sequía para la Selección Mayor, si bien se incrementaron las participaciones en mundiales menores.
Fue una época, además, que trajo varios títulos de Concacaf, para Saprissa (2), Cartaginés (1) y que se sumaban al alcanzado por Alajuelense en el último lustro de la década de los 80’.
Digamos que el fútbol de Primera iba caminando, asomando la cabeza en instancias que nunca había tenido ocasión de ganar. Desde luego, lo que fue Italia 90’ surgiría como leyenda y mito… como una bandera que se levantó en lo más alto, casi inalcanzable para un fútbol, que a pesar de algunos golpecitos en la mesa, seguía siendo poco profesional…
Ya seguiremos con la segunda parte de los mitos del fútbol de Costa Rica, pues aún hay más mitos que seguir contando.