París, Francia. (AFP). Una vez que los Juegos Paralímpicos se clausuren, ¿seguirá ardiendo su llama?
Tras las ediciones anteriores en Londres (2012), Rio (2016) y Tokio (2021), el legado dejado por el evento permitió avances más o menos significativos, pero sin suponer una revolución para las personas discapacitadas.
Un cambio de percepción
Durante todas las anteriores ediciones, la celebración del evento se tradujo en un efecto inmediato en el público: el interés por el deporte paralímpico aumentó, pero el recorrido de ese fenómeno no fue largo.
Diez años después de Londres-2012, a menudo considerado un ejemplo a seguir, el 70% de las personas preguntadas por la asociación ‘Spirit of 2012’ estimaban que los Juegos habían tenido un impacto positivo en las actitudes hacia las personas con discapacidad.
Una consideración similar le merece a Andrew Parsons, presidente del Comité Paralímpico Internacional (IPC), la ‘era post Tokio’: “La manera en la que la gente percibe a las personas discapacitadas ha cambiado completamente”, en un país (Japón) que el dirigente define como ya “muy avanzado” en lo referente a la accesibilidad en los transportes.
En Brasil, por contra, si bien el instituto de sondeos Esentia Inteligência califica de “momento clave” los Juegos Paralímpicos de 2016, el impacto es considerado menor.
Cambios en el día a día
Los cambios más destacados en las poblaciones y que afectan a su vida cotidiana se producen cuando políticas públicas inclusivas acompañan la Paraolimpiada.
Uno de los ejemplos más claros es el de la inclusión laboral en Gran Bretaña, donde un millón suplementario de personas con discapacidad ejercen su labor regularmente en relación a los que lo hacían antes de los Juegos de Rio-2016, según los datos del IPC.
El efecto ‘para’ ha sido más efímero en Japón, donde el número de personas discapacitadas que practican regularmente un deporte aumentó brevemente en el año de los Juegos (2021), para luego caer en 2022.
La accesibilidad en juego
Infraestructuras, transportes, renovaciones acondicionadas… Si bien se producen avances materiales relevantes, los actores del deporte paralímpico subrayan que todavía existen grandes problemas por solucionar.
El CPI pone a Japón como ejemplo a seguir en lo referente a los transportes. Según Andrew Parsons, “en términos de accesibilidad física, sus normas estaban ya muy avanzadas, pasando del 97% de los transportes accesibles al 100%”.
Pero las instalaciones deportivas todavía tienen problemas para ser accesibles a todos, según un grupo japonés especializado en este asunto: “En lugar de promover infraestructuras exclusivamente o prioritariamente reservadas a las personas discapacitadas, creemos que es mejor que los equipamientos deportivos locales sean más accesibles para todos”.
Brasil, después de los Juegos de 2016, optó por la centralización, con la construcción del Centro Paralímpico Brasileño en Sao Paulo, donde “1.800 niños de todo Brasil competían allí a finales de 2023”.
Un impacto a largo plazo
Tanto en Londres, como en Rio y Tokio, hay voces que subrayan que todavía queda camino por recorrer pese al legado paralímpico. Para Andrew Parsons, el evento no hace milagros, sino que sirve de “catalizador”.
Para Yohansson Nascimento, vicepresidente del Comité Paralímpico Brasileño (CPB), el mayor reto del país “es seguramente hacer que el deporte (paralímpico) alcance todas las ciudades”.
“Estoy seguro de que en muchas localidades, las personas o niños discapacitados no conocen ni siquiera que existe el deporte paralímpico”, explica a la AFP, deseando que el CPB pueda mostrar a las personas afectadas que pueden “ser ciudadanos mediante el deporte”.
Por parte de Tokio, se espera alcanzar el 50% de tasa de participación en el paradeporte de aquí a 2030. En marzo de 2023, la metrópolis nipona abrió el Tokyo Parasports Training Center e invierte también en el e-Sport para “dar oportunidades a las personas discapacitadas”.
Andrew Parsons considera que “cada país tiene sus propias necesidades” en lo referente al legado de los Juegos. “La próxima etapa es tener un legado a nivel mundial”, ambiciona.
“Pase lo que pase en Francia, en París, en el campo de la educación, la salud y el medioambiente, el legado debe hacerse en el plano mundial”, puntualiza.
Para Sandrine Martinet, parajudoka francesa y abanderada de Francia en los Paralímpicos de Tokio en 2021, su país “habrá perdido el combate si después de los Juegos ya no se habla más”.