En pocos días inicia un nuevo campeonato nacional de fútbol mayor en Costa Rica y, la verdad, son muy pocas las expectativas que al menos yo tengo. Sin ser pesimista, diría que 2023 poco ofrece para nuestro deporte rey si tomamos en cuenta lo que fue el año viejo.
Para tratar de resumir, quiero destacar lo bueno, lo malo, lo feo y la sorpresa del año 2022, con el fin, también, de aprovechar y perfilar, con cada una de estas palabras, el año nuevo.
Lo bueno: La clasificación y participación en el Mundial de Qatar. Siempre será bueno estar en la máxima competición de naciones del balompié. No estar es casi que volvernos invisibles para el mundo y para la FIFA que gobierna y rige los destinos del fútbol federado.
Otra cosa y para otro análisis es lo que se hizo en el Mundial, pero hubo destellos de la calidad de jugadores que dejaron en la última década la estela de la mejor generación de Costa Rica en cuanto a fútbol se refiere, así como la mejor participación en un Mundial Mayor en 2014.
[maxbutton id=”1″ ]
Otra cosa es, de cara a 2023 y los siguientes años, lo que se haga con el premio económico del Mundial. Quisiéramos que tras seis mundiales y varias experiencias de todo tipo, el dinero se invierta en infraestructura, en capacitación, en ligas menores… pero, repito, es poca la expectativa en este campo para el año nuevo.
Lo otro bueno sería que tras Qatar, hubiera una buena encerrona de fútbol para analizar y revisar, para corregir y planificar.
Lo malo: precisamente lo malo es que no avanzamos. No importa si llegamos a cuartos de final en un Mundial, si ocupamos el puesto 31 o el 27… no pasa nada. Dependemos meramente de la calidad de nuestros jugadores, del técnico de turno, del resultado del momento.
Lo malo es que nuestros torneos pocas veces son competitivos. Lo malo es que ya el Mundial terminó y volvemos a la realidad. Lo malo es que no se gusta de planificar y menos se intenta poner las barbas en remojo para ser autocríticos (hablo de la dirigencia, de los que mandan, de esos que son dueños de equipos, y al mismo tiempo presidentes de clubes o dirigentes del Comité Ejecutivo y a la vez, asambleístas… es decir, los que mandan).
Lo feo: el torneo de Copa. Dentro de todo lo mala que es la planificación futbolística, el torneo de Copa surgió como una idea para que los equipos estuvieran en competencia, en medio del receso mundialista… eran dos meses sin acción. Pero, el torneo de Copa no fue ni para todos los equipos, y apenas duró como 5 días para algunos… ¿entonces? ¿Realmente los dirigentes creen en lo que dicen…? Me cuesta digerir tanta falta de seriedad, pero ya deberíamos estar acostumbrados. No hay mal que dure 100 años, dicen por ahí.
[maxbutton id=”1″ ]
Nuestro fútbol se volvió de relleno, con campeones y torneos relámpago, sin ninguna proyección y sin ninguna ciencia a la hora de vigilar las horas fútbol en competencia, las horas fútbol en entrenamiento y lo que es el descanso de nuestros jugadores. Sobre esto, el director de esta web, Reinaldo Lewis, mucho ha escrito y fundamentado. De momento, lo feo para 2023 es que tampoco podemos esperar un cambio en este campo.
La sorpresa: sin lugar a dudas el campeonato nacional de mediados de año ganado por Cartaginés permite refrescar un poco la monotonía de nuestros torneos. Quitarse de encima 80 años sin títulos es algo que, creo, todo el país celebró. Aunque el siguiente torneo, el equipo brumoso fue un desastre, cerró ganando el torneo de Copa, y deja alguna luz de que podría no tardar tanto para volver a ganar un título nacional.
Para 2023, finalmente, la sorpresa sería ver a nuestra dirigencia trazando procesos serios, replanteando la forma de jugar y el calendario de nuestros torneos, así como un arduo trabajo que le espera a Costa Rica de cambio generacional y consolidación de nuevas figuras.
