No había terminado el juego entre Liga Deportiva Alajuelense y el Municipal Pérez Zeledón, cuando ya algunos aficionados cuestionaban las expulsiones determinadas por el árbitro central, David Gómez.
Y hasta hubo quienes comenzaron a señalar lo que para ellos es una circunstancia que genera dudas, dado que el secretario arbitral, Hugo Cruz, fue quien le indicó a Gómez que debía expulsar a Jurgüens Montenegro.
La realidad, sin embargo, es que las tres expulsiones están bien señaladas. Las faltas así lo ameritaban.
Hay un tema que debe quedar claro: el reglamento sanciona las faltas; incluso las que se generan por imprudencias, e independientemente de la forma en que se produzcan. Y no hay ninguna mención reglamentaria sobre el tema de la intención del jugador que comete la falta.
Cuando hay una expulsión, muchos aficionados repiten de manera sistemática su idea de que, si no hay intención de cometer la falta, no se debe expulsar. Pero, la realidad es que al árbitro no le toca entrar en esas valoraciones. No hay forma de que un árbitro pueda determinar cuál fue la intención de un jugador. Y por eso, el Reglamento no entra en ese ámbito.
Ahora bien, tengo mis dudas sobre si Bernald Alfaro pudo o no quitar el pie cuando viene cayendo, para evitar golpear con su taco a Luis Carlos Barrantes. Pero, que la falta sea accidental no quita que la cometió. Y esto es lo que el árbitro tiene que valorar.
Y, en la acción de Montenegro sobre el arquero Bryan Morales, ciertamente el delantero manudo fue imprudente. Cuando él lanza el pie, Morales ya tiene control del balón. Y, además, su pie va en una dirección diferente a la de la pelota. Entonces, no solo comete la falta, sino que lo hace totalmente a destiempo.