La Gran Final cerró con un tremendo pleito entre los jugadores del Club Sport Herediano y de Liga Deportiva Alajuelense, después que los florenses se alzaran con el título.
El juego terminó con victoria 2 – 1 de los manudos, pero el global fue de 2 – 3, lo que mantuvo la ventaja para los florenses. Y tan pronto llegó el pitazo del árbitro Keylor Herrera, todo explotó.
Y, como consecuencia de todo eso, la premiación de echó a perder. No se pudo hacer en la cancha, y la Sala de Prensa del estadio Alejandro Morera Soto, que fue la segunda opción, era muy pequeña.
Al final, los integrantes del Herediano recibieron sus medallas en la puerta del camerino del equipo visitante, mientras los líos seguían en diversos sectores alrededor del estadio. Eso sí, ya en la cancha todo estaba tranquilo para ese momento.
La situación comenzó cuando un miembro del cuerpo técnico de Alajuelense le quitó una bandera a un jugador del Herediano. A partir de allí, todo se descontroló.
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Del lado manudo, Alberto Toril fue de los que más golpes lazó, mientras que del lado Florense Keyner Brown y Anthony Walker golpearon tanto como pudieron.
El problema inició pese a que una parte de los jugadores del Herediano salieron muy rápido hacia la zona de camerinos. Luego, tras el descontrol, algunos de ellos regresaron a la cancha.
Atrás quedó la Gran Final
Y todo ello llevó a que se complicara la situación, cuando grupos de aficionados ingresaron a la cancha para enfrentarse con los efectivos policiales y de seguridad.
Pese a la intervención de los cuerpos policiales, atrás quedó la gran final, y la situación fue muy difícil de manejar. Sectores de la 12 se lanzaron contra los portones que daban hacia la zona de camerinos y, una vez en la calle que da al sur, la emprendieron contra los portones frontales del estadio.
Incluso, hubo aficionados que tomaron partes de las barreras que se instalaron en las cercanías de la cancha, para utilizarlos a la hora de atacar a los efectivos de seguridad.
Más allá de la cantidad de efectivos policiales presentes, les fue complejo manejar la situación, Eran 215 efectivos, pero la presión fue tal que por momentos no hubo control.
Entretanto, algunos aficionados prefirieron quedarse en las zonas altas de las graderías, a fin de no correr riesgos. Pese a ello, al menos un aficionado fue trasladado a un centro médico a raíz de los golpes que recibió en medio de todo el lío.
Los problemas se concentraron en la vía al sur del estadio, y en la parte posterior de la gradería oeste, así como a la salida principal de la gradería techada.