La improvisación en el fútbol costarricense es de nunca acabar, al punto que ya uno cree que es de caricatura o de mentirillas. Porque las cosas que pasan no se dan en un fútbol que pretende ser profesional.
Justo a las puertas de las últimas cuatro jornadas del torneo de Primera División (aunque el asunto también bañó a la Liga de Ascenso) apareció el Comité de Licencias de la Federación Costarricense de Fútbol para vetar algunos estadios y decirles a sus clubes que no los podían usar.
Como toda medida de mentirillas, aunque los estadios supuestamente, ahora, no cumplen con los requisitos establecidos, la medida les permitía jugar una o dos jornadas, pero a la fecha 20 simplemente se ponía el candado en el estadio.
Para leer más: https://deportescr.net/comite-de-licencias-cerrara-cuatro-estadios-de-primera-division/
Yo pregunto, ¿qué cambia de una fecha a otra para que un estadio pueda estar inhabilitado? A menos que se hubiera venido una catástrofe sobre la infraestructura, estas decisiones parecen ser una broma.
Es más, ¿por qué esos estadios fueron habilitados para casi todo el torneo y, al final, dicen que ya no se puede seguir jugando?
¿Por qué no antes?
Como primera medida de sentido común o de lógica, hubieran hecho el “saneamiento” de nuestros estadios de cada torneo al otro torneo, pero no al final. Ya para qué… con la lógica consecuencia de que perjudica la competencia de esos equipos al impedirles jugar de local, y algunos de ellos con disputa de puntos importantes.
Los estadios vetados fueron el Carlos Ugalde Álvarez (San Carlos), el José Rafael “Fello” Meza (Cartaginés), el Allen Riggioni Suárez (Municipal Grecia) y el Ebal Rodríguez Aguilar (Santos de Guápiles). Este último, como si fuera magia, quedó habilitado en cuestión de horas o días, porque se hicieron las correcciones respectivas.
Como segunda medida de sentido común también: algunos equipos implementaron medidas y corrieron para poner a tono el estadio. ¿Por qué no lo hicieron antes? Siempre hasta que se tiene el agua al cuello, se actúa en nuestro juego de bola.
El asunto es de fondo. Se inicia jugando con unas reglas un campeonato, y se termina con otras reglas (salvo en la época más cruda de la pandemia cuando se justificaba, esto no se justifica ahora).
Digo que el asunto es de fondo porque en realidad son décadas de aspirar a infraestructura adecuada para la Primera y Segunda División. Por cierto, para la Segunda, casi 20 estadios quedaron inhabilitados y, si hablamos que es la antesala de la Primera, es mejor cancelar la licencia a las instituciones que no cumplen con requisitos mínimos (pero esto no pasa, porque impera la falta de seriedad).
¿Y los estándares del fútbol nacional?
Vuelvo al punto: según el Comité de Licencias, este proceso tiene cerca de un año de haberse establecido para mejorar el fútbol (hubieran empezado hace 10 años mejor), para profesionalizarlo. Habría que revisar los estándares establecidos, pero, habla muy mal del propio Comité, tomar medidas cuando se ha jugado el 90 por ciento del torneo.
Lo otro es que, si el panorama continúa así, casi que ningún equipo de Segunda podría ascender, y varios de los equipos de Primera tienen que pensar seriamente si siguen “compitiendo” en la máxima categoría.
Pero, no puede ser que las decisiones se tomen de un día para otro, que las reglas cambien en un mismo torneo y que se siga pateando la bola para adelante, sin establecer realmente un plan de profesionalización que involucre un cambio integral en nuestro fútbol.
Para leer más: https://deportescr.net/en-liga-de-ascenso-solo-dos-estadios-cumplen/
No basta con una gradería o cambiar un marco. Hay estadios sin luz en los que el fútbol de noche no es posible y ese es tan solo uno de los mayores problemas que se han estado dejando pasar por alto por muchos años.
En algunos casos los vetos son parciales, es decir se habilita una gradería. Es como decir, juguemos partidos de 50 minutos, o con la mitad de jugadores… o si jugamos de noche, solo un tiempo mientras la luz de la luna lo permita.
Falta seriedad de verdad en nuestro fútbol, y justo cuando lo que se quiere es profesionalizar, parece más bien que las mismas decisiones, desde la cabeza, impiden que esto sea posible.
Gerardo Mora Pana es un periodista con más de 20 años de experiencia en medios de comunicación de Costa Rica. Se desempeñó en el desaparecido diario La Prensa Libre y en la edición local de la revista El Gráfico. Actualmente, es el director de Radio Santa Clara, de la red de medios de comunicación de la Iglesia Católica.