Un suceso que podría ser inexplicable solo tiene sentido en el fútbol de Costa Rica. Tiene que ver con la suspensión del partido entre Grecia y Cartaginés, que se debió jugar el pasado 29 de abril, en un estadio habilitado para la Segunda División y con un permiso para utilizarse en Primera División: el Rafael Bolaños.
El juego estaba pactado para las 4:00 p.m. Sin embargo, la oscuridad del momento, la lluvia, y la iluminación no apta dieron al traste con el partido, causando molestia en el bando brumoso que era visitante y asombro en todos los que tienen que ver con el fútbol nacional.
El partido se desarrolló al día siguiente, no con pocos contratiempos, pues el mal tiempo siguió haciendo estragos… y claramente la cancha no estaba en condiciones.
Ya habíamos advertido en este mismo espacio de https://www.deportescr.net que no entendíamos cómo el Comité de Licencias, a falta de pocas jornadas, se atrevía a inhabilitar estadios que vieron acción en una decena de juegos del campeonato. No estoy en contra de mejorar la infraestructura, pero es una falta de seriedad inhabilitar estadios en jornadas cruciales, cuando se jugó todo el torneo con esas mismas condiciones.
Pero, lo más insólito de todo es que el reclamo del Cartaginés ocasionó una serie de reacciones que considero peores que la situación misma.
Los actores del fútbol se pasan la bola
Por un lado, apareció la Federación Costarricense de Fútbol, con su cabeza directiva, el Comité Ejecutivo, anunciando “una investigación para que revise junto a la UNAFUT, el Comité de Competición y el Comité de Licencias lo sucedido”.
Además, como siempre, lamentaron lo sucedido “ya que daña el espectáculo” y dicen que “por eso se trabajará para que cosas como estas no vuelvan a suceder”.
No debió ocurrir, lleva razón la Federación. Pero, ¿cómo dejaron pasar que a última hora equipos de Primera tuvieran que recurrir a estadios de Segunda? Me refiero a las ligas; porque creo que está claro, que en Costa Rica hay muchos estadios que no son de “primera”.
Surge la pregunta: ¿Por qué no intervino antes el Comité Ejecutivo para prevenir lo que estaba pasando? Claro, es que el Comité de Licencias es una especie de “dios todopoderoso” sin que nadie lo regule.
Luego, apareció el ente que regula, el que es responsable de la Primera División, diciendo: “La Unafut aclara a la opinión pública que la autorización del Estadio Rafael Bolaños, para la realización del partido entre el Municipal Grecia y el Club Sport Cartaginés, contó con el aval del Comité de Licencias”. O sea, se lavó las manos.
¿Orden o desorden?
Lo que todos vimos: apareció un Comité que ahora parece es externo, a poner “orden” o “desorden” en la liga que UNAFUT maneja. Esto solo pasa en Costa Rica.
Como bien dice una nota periodística de Reinaldo Lewis, director de https://www.deportescr.net: “la UNAFUT debía verificar que el estadio cumpliera con los requerimientos para partidos de Primera División. Ello por cuanto las reglas son diferentes para cada liga”.
Estamos todos claros que el estadio en mención es sede de partidos de Segunda… y de un pronto a otro, el Comité de Licencias dijo que se podía usar en Primera, sin que nadie en la UNAFUT dijera nada antes de que pasara el risible suceso.
De verdad, el chiste se cuenta solo. Ahorita aparecerá medio mundo rasgándose las vestiduras. Pero lo cierto es que esto es parte de nuestro diario vivir con el fútbol federado de Costa Rica, donde todos se pasan la bola. Y no hablo precisamente de lo que ocurre en la cancha, sino en la dirigencia, donde nadie es responsable de nada.